Marcos 6 - Reina Valera 1990 (Adventista)Jesús en Nazaret1. Jesús salió de allí y se fue a su tierra con sus discípulos. 2. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga. Al oírlo, muchos quedaron admirados, y decían: "¿De dónde este hombre saca estas cosas? ¿Qué sabiduría es ésta que le es dada, que hasta realiza milagros? 3. "¿No es éste el carpintero, hijo de María, y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No están también aquí sus hermanas con nosotros?" Y se escandalizaban de él. 4. Pero Jesús les dijo: "No hay profeta sin honra sino en su tierra, entre sus parientes y en su casa". 5. Y no pudo hacer allí ningún milagro, más que sanar a unos pocos enfermos, poniendo las manos sobre ellos. 6. Estaba asombrado de la incredulidad de ellos. [Y recorría las aldeas, y enseñaba.] Misión de los doce discípulos7. Después Jesús llamó a los doce y empezó a enviarlos de dos en dos. Les dio autoridad sobre los espíritus impuros, 8. y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino sólo un bastón; ni alforja, ni pan, ni dinero en la bolsa, 9. sino que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas. 10. Les dijo: "Cuando estéis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de allí. 11. Si en algún lugar no os reciben ni oyen, salid de allí, y sacudid el polvo de vuestros pies, en testimonio contra ellos. 12. Entonces salieron, y predicaron que los hombres se arrepintiesen. 13. Echaron muchos demonios, y ungieron con aceite a muchos enfermos, y los sanaron. Muerte de Juan el Bautista * Muerte de Juan el Bautista14. El rey Herodes oyó la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio, y dijo: "Juan el Bautista ha resucitado de los muertos. Por eso poderes milagrosos obran en él". 15. Otros decían: "Es Elías". Y otros: "Es uno de los antiguos profetas". 16. Al oír esto, Herodes dijo: "Juan, a quien yo decapité, ha resucitado de los muertos". 17. Porque el mismo Herodes había mandado prender a Juan, y lo había encarcelado a causa de Herodías, esposa de su hermano Felipe, con la que él se había casado. 18. Porque Juan había dicho a Herodes: "No debes tomar la esposa de tu hermano". 19. Por eso Herodías aborrecía a Juan, y deseaba matarlo, y no podía. 20. Porque Herodes temía a Juan, y lo protegía, sabiendo que era varón justo y santo. Al oírlo quedaba perplejo, aunque lo escuchaba de buena gana. 21. Pero llegó un día oportuno. En la fiesta de su cumpleaños, Herodes dio una cena a sus príncipes, tribunos y a los principales de Galilea. 22. Cuando la hija de Herodías danzó, agradó a Herodes y a los que estaban con él a la mesa. Y el rey dijo a la muchacha: "Pídeme lo que quieras, y te lo daré". 23. Y le juró: "Todo lo que me pidas te daré, hasta la mitad de mi reino". 24. Ella preguntó a su madre: "¿Qué pediré?" Y ella dijo: "La cabeza de Juan el Bautista". 25. Entonces ella entró de prisa al rey, y le dijo: "Quiero que ahora mismo me des en un plato, la cabeza de Juan el Bautista". 26. El rey se entristeció mucho. Pero a causa del juramento y de los comensales, no quiso desecharla. 27. En seguida el rey envió a un guarda, con la orden de traer la cabeza de Juan. 28. El guarda fue, lo decapitó en la cárcel, y trajo su cabeza en un plato. La dio a la muchacha, y ella la llevó a su madre. 29. Al saberlo, los discípulos de Juan tomaron su cuerpo, y lo sepultaron. Primera multiplicación del pan* Alimentación de los cinco mil30. Entonces los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. 31. Y él les dijo: "Venid aparte, a un lugar tranquilo, y descansad un poco". Porque eran muchos los que iban y venían, que ni para comer tenían tiempo. 32. Y se fueron solos en una barca, a un lugar solitario. 33. Pero muchos los vieron irse, y los conocieron. Y allá fueron muchos a pie desde las ciudades, y llegaron antes que ellos. 34. Cuando Jesús desembarcó, vio esa gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor. Así empezó a enseñarles muchas cosas. 35. Y cuando se hizo tarde, sus discípulos se acercaron a él, y le dijeron: "El lugar es despoblado y la hora muy avanzada. 36. "Envíalos para que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor, a comprar algo de comer". 37. Pero él respondió: "Dadles vosotros de comer". Ellos dijeron: "¿Quieres que vayamos a comprar doscientos denarios de pan, para darles de comer?" 38. Y él les preguntó: "¿Cuántos panes tenéis? Id a ver". Después de averiguar, le dijeron: "Cinco, y dos pescados" 39. Les mandó que hiciesen recostar a todos en grupos sobre la hierba verde. 40. Y se recostaron en grupos de cien y de cincuenta. 41. En seguida, Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, los bendijo, y partió los panes. Entonces fue dando a sus discípulos para que los pusiesen ante la gente. También repartió los dos pescados entre todos. 42. Y todos comieron hasta saciarse 43. Y alzaron doce cestas llenas de pedazos de pan y pescado. 44. Y los que comieron fueron cinco mil hombres. Jesús camina sobre el agua* Jesús anda sobre el mar45. En seguida Jesús mandó a sus discípulos a subir a la barca, e ir delante de él a Betsaida, entre tanto que él despedía a la multitud. 46. Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar. 47. Cuando anocheció la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra. 48. Jesús los vio remar con gran fatiga, porque el viento era contrario. Y cerca de la cuarta vigilia de la noche (de madrugada), fue a ellos andando sobre el mar, y quiso adelantarse a ellos. 49. Al verlo caminando sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron. 50. Porque todos lo veían, y se turbaron. Pero en seguida, Jesús les dijo: "¡Ánimo! ¡Soy yo! ¡No temáis!" 51. Cuando él subió a la barca, el viento se calmó. Y ellos quedaron muy asombrados. 52. Porque aún no habían entendido el milagro de los panes, pues sus corazones estaban endurecidos. El toque sanador* Jesús sana a los enfermos en Genesaret53. Cuando estuvieron del otro lado, llegaron a Genezaret y atracaron allí. 54. Al salir ellos de la barca, en seguida la gente lo reconoció. 55. Recorrieron toda esa región, y empezaron a traerle en camillas a los enfermos, en todas partes adonde oían que él estaba. 56. Y dondequiera que Jesús entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a los enfermos, y le rogaban que les dejara tocar siquiera el borde de su manto. Y todos los que lo tocaban quedaban sanos. |