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lunes, agosto 19, 2024
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    Salmos 31 - Reina Valera 1990 (Adventista)

    Acción de gracias por haber sido librado de la muerte Salmo cantado en la dedicación de la Casa. Salmo de David.

    1. Salmo de David. En ti, Señor, me he refugiado. No sea yo confundido jamás.* Líbrame por tu justicia.

    2. Inclina a mí tu oído, líbrame pronto. Sé tú mi roca de refugio, alcázar para salvarme.

    3. Porque tú eres mi roca y mi castillo. Por causa de tu Nombre guíame, y encamíname.*

    4. Sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi refugio.

    5. En tu mano encomiendo mi espíritu. Tú me has redimido, oh Eterno, Dios de verdad,*

    6. Detesto a los que esperan en los vanos ídolos, pero yo en el Eterno confío.

    7. Me gozaré y alegraré en tu invariable amor, porque has visto mi aflicción, velas por mi vida en la angustia.

    8. No me entregaste en manos del enemigo. Pusiste mis pies en lugar amplio.

    9. Ten misericordia de mí, oh Eterno, que estoy en angustia. Se consumen de pesar mis ojos, mi vida y mi cuerpo.

    10. Mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar. Se agota mi fuerza a causa de mi aflicción, y mis huesos se consumen.

    11. Soy el oprobio de mis enemigos, y el espanto de mis vecinos y conocidos. Los que me ven en la calle huyen de mí.*

    12. He sido olvidado de su corazón como un muerto. He venido a ser como un vaso quebrado.

    13. Oigo la burla de muchos, que se conjuran contra mí y traman quitarme la vida.*

    14. Pero yo en ti confío, oh Eterno.

    15. En tu mano está mi tiempo; Líbrame de mis enemigos y perseguidores.

    16. Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo.* Sálvame por tu amor invariable.

    17. No sea yo avergonzado, oh Eterno, ya que te invoqué. Sean avergonzados los impíos, y queden mudos en el sepulcro.

    18. Enmudezcan los labios mentirosos, que hablan contra el justo cosas duras, con soberbia y menosprecio.

    19. ¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te honran, que concedes a los que se refugian en ti, ante los hombres!

    20. En lo secreto de tu presencia los escondes de las intrigas del hombre; los guardas en tu morada a cubierto de la contienda de lenguas.

    21. Alabado sea el Eterno, por su maravilloso amor hacia mí, cuando estaba en ciudad sitiada.

    22. Yo decía en mi premura: "Cortado soy de tu presencia".* Pero tú oíste mi ruego cuando clamé a ti.

    23. ¡Amad al Señor, vosotros sus santos! El guarda a los fieles, y retribuye con creces al soberbio.

    24. ¡Esforzaos todos los que esperáis en el Eterno,* y aliéntese vuestro corazón!