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lunes, agosto 19, 2024
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    Salmos 40 - Reina Valera 1990 (Adventista)

    Alabanza por la liberación divina (Sal. 70.1-5) Al músico principal. Salmo de David.

    1. Salmo de David Pacientemente esperé al Señor, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.

    2. Me sacó de una fosa mortal, del lodo cenagoso.* Asentó mis pies sobre la Roca, y afirmó mis pasos.

    3. Puso en mi boca canción nueva, alabanza a nuestro Dios.* Muchos verán esto, lo venerarán, y confiarán en el Eterno.

    4. !Feliz el hombre que pone en el Eterno su confianza,* y no mira a los soberbios, ni se desvía tras la mentira!

    5. Oh Eterno, Dios mío, muchas son tus maravillas; tus designios en nuestro favor, no los podemos contar.* Quisiera hablar de ellos, pero no pueden ser enumerados.

    6. Sacrificio y presente no quisiste; has abierto mis oídos, holocausto y expiación no has demandado.*

    7. Entonces dije: "Aquí vengo, en el rollo del libro está escrito de mí.

    8. "Dios mío, me deleito en hacer tu voluntad, y tu Ley está en medio de mi corazón".

    9. Anuncié tu justicia en la gran congregación, no detuve mis labios, tú lo sabes, oh Eterno.

    10. No encubrí tu justicia dentro de mi corazón. Publiqué tu fidelidad y tu salvación. No oculté tu amor y tu verdad en la gran asamblea.

    11. Oh Eterno, no retengas de mí tu misericordia. Tu gracia y tu verdad me guarden siempre.

    12. Porque me han rodeado males sin número. Me han alcanzado maldades, y no puedo levantar la vista. Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón me falla.

    13. Dígnate, Señor, librarme. Oh Eterno, apresúrate a socorrerme.*

    14. Sean avergonzados y confusos los que buscan mi vida para destruirla. Retrocedan y avergüéncense los que desean mi mal.*

    15. Sean consternados en pago de su afrenta los que se burlan de mí.

    16. Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan. Los que aman tu salvación digan siempre: "El Eterno, sea enaltecido".

    17. Aunque estoy afligido y necesitado, el Señor pensará en mí.* Mi ayuda y mi libertador eres tú. ¡Dios mío, no te tardes!