Le respondieron: A Jesús nazareno.
[ellos] retrocedieron y cayeron a tierra” (Jn. 18:4-6).
El Señor solamente hizo una afirmación, y ellos retrocedieron y cayeron a tierra.
¡Qué inmensa gloria encontramos aquí!
Nuestro Señor oró en el huerto de Getsemaní, pero no pidió nada en el tribunal ni delante del sumo sacerdote ni delante del magistrado. El está sobre todas las cosas, pues es el Señor. A pesar de todo, fue juzgado.
¿Quién en verdad estaba siendo juzgado?
El sumo sacerdote era el que estaba perturbado, el que tropezaba en sus palabras.
En Getsemaní les dijo a Sus discípulos que velaran con El (Mt. 26:38), pero no les pidió que suplicaran por El.
En la tierra El vivió en la pobreza; sin embargo a nadie le pidió dinero prestado.
¿A quién podríamos comparar el Hijo de Dios?
El trono es glorioso, pero la gloria del juicio y de la cruz es aún mayor. Tenemos que adorarlo y decirle:
“¡Tú eres el Señor!
¡Tú eres el Cristo!”
Dios les Bendiga…….
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