Pedro sabía bien lo que decía. ¿A quién iré? Tú tienes palabras de vida eterna, tú tienes consuelo, tú tienes comprensión.
Porque tú sabes bien lo que es mirar a un hijo sufrir. Porque tú sabes bien la impotencia que su soledad provoca. Porque tú sabes bien cómo se parte el corazón ante sus dolencias.
¿A quién iré? A ti. Solo a ti.
Deja una respuesta