1 PEDRO ESTUDIO 2. ESPERANZA VIVA

1 PEDRO 1:3-5

3 Alabemos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia nos ha hecho nacer de nuevo por la resurrección de Jesucristo. Esto nos da una esperanza viva, 4 y hará que ustedes reciban la herencia que Dios les tiene guardada en el cielo, la cual no puede destruirse, ni mancharse, ni marchitarse. 5 Por la fe que ustedes tienen en Dios, él los protege con su poder para que alcancen la salvación que tiene preparada, la cual dará a conocer en los tiempos últimos.


Al leer este pasaje de Pedro llamaron mi atención dos palabras, esperanza y herencia. El texto indica que ambas cosas nos han sido dadas por Dios. La primera, la esperanza, la experimentamos ya. La segunda, la herencia, es hacia donde caminamos.

La esperanza cristiana es peculiar y diferente de la esperanza tal y como las personas habitualmente la entienden. Generalmente, la esperanza es comprendida como un estado de ánimo que cree posible que suceda lo que deseamos. Hay un componente de resignación necesaria en ella. Es como aquel que tiene la esperanza de que le caiga la lotería. Espera, aunque sus posibilidades sean mínimas. Es, tal y como dice la frase popular, lo último que se pierde.

La esperanza cristiana es diferente. Consiste en la certeza y la seguridad que las cosas pueden y serán diferentes en aquellas áreas en las que Dios ha hablado y ha prometido. Estos dos matices, hablado y prometido, son importantes, porque únicamente en estos aspectos el seguidor de Jesús puede descansar y tener paz mientras espera confiado.

La esperanza es algo tremendamente necesario en este contexto de inseguridad e inestabilidad en el que nos ha tocado vivir hoy en día. Muchas personas viven en temor e inseguridad con respecto a su vida y su futuro. La inestabilidad económica y la aparente falta de perspectivas futuras añade una ansiedad e inseguridad a la vida de millones de personas que no tienen ninguna paz ni esperanza con respecto a cómo evolucionará su situación. En medio de todo ello el seguidor de Jesús descansa en un Dios que sigue controlando y gobernando el universo, que tiene en sus manos nuestro futuro y que, por tanto, no estamos a merced de fuerzas incontrolables ante las que no podemos hacer nada. El seguidor de Jesús sigue teniendo la esperanza de que un mundo y una humanidad diferente son posibles y necesarios y, por tanto, como agentes de restauración colaboran con Jesús para hacer que esa realidad sea posible.


Un principio

En medio de la inseguridad el seguidor de Jesús vive en esperanza.

Una pregunta

¿En qué o quién está depositada tu esperanza?

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