23- Disposofobia Eclesial

Saga: «Maldito Mundo»

«Si tenemos una nación de consumistas, es obvio que la forma más rápida y efectiva de hacer que vayan a nuestras congregaciones es identificar qué quieren y ofrecércelo, satisfacer sus fantasías, prometerles la luna, traducir el evangelio a los términos del consumismo: entretenimiento, satisfacción, emoción, aventura… lo que sea. Somos los campeones del mundo en consumir así que, ¿por qué no tenemos iglesias consumistas hechas a nuestra medida?»
Eugene Peterson – «The Jesus Way, A Conversation In The Way That Jesus is The Way»

Esa frase fue posteada en este mismo blog hace algunas semanas, pero vale la repetición por lo que estoy tratando. Cuando somos enfrentados en nuestra «disposofobia moderada» nos encantaría recibir algún tipo de ayuda o estar en un lugar donde esas cosas puedan ser canalizadas pero… en muchas ocasiones, la comunidad cristiana no es precisamente ese lugar. La iglesia se ha unido a esta frenética búsqueda por acumular, no nos desanima en nuestra «acumulación compulsiva» ¡al contrario! la aplaude, y algunos nos mienten: diciéndonos que Dios nos dará una manito en este asunto ayudándonos a conseguir MAS (la palabra favorita de algunos cristianos).

Como dice un famoso autor: «En el mismo instante en que empezamos a publicitar la fe en terminos de beneficio, estamos siendo parte del problema. «Con Cristo, eres mejor, más fuerte, más simpático, disfrutarás de increíbles emociones.» Pero es más del mismo ego disposofóbico en el que vivimos. En vez de eso deberíamos hacer que la gente se aburra de ellos mismos para que empiecen a buscar a Jesús. Cuando promocionamos el evangelio en términos del consumismo (ese mismo que deberíamos rechazar): mentimos.«

«Y ahora, ¿quién podrá defendernos?», decían y aparecía el Chapulín, una caricatura de heroe que resolvía los problemas «a chepa» como decimos aquí. Lo mismo pasa a veces con la iglesia: a chepa nos damos cuenta que Dios quiere que viajemos ligero, no que necesariamente vendamos todo lo que tenemos para seguir a Cristo sino en que lo haríamos si algún día fuese necesario, que podemos vivir en abundancia pero que no nos importaría vivir en la pobreza. Como dice Pablo: «Ahora bien, la verdadera sumisión a Dios es una gran riqueza en sí misma cuando uno está contento con lo que tiene. Después de todo, no trajimos nada cuando vinimos a este mundo ni tampoco podremos llevarnos nada cuando lo dejemos. Así que, si tenemos suficiente alimento y ropa, estemos contentos.» (1 Timoteo 6:6-9 NTV)

Entonces seamos contracultura desde donde se supone debería haber contracultura: estemos contentos con lo que se nos concede, seamos generosos y agradecidos. Despojémonos de esa carga y viajemos ligero. Confía en Dios, deja de cantar: «Confía en Ti», ¡CONFIA EN DIOS!

¡Buenos días!


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.