62- Vivo Aquí…

«El sufrimiento, entonces, solo puede ser consagrado a Dios por alguien que cree que Jesús no está muerto. Y en la misma esencia del cristianismo, se encuentra enfrentar el sufrimiento y la muerte, no porque son buenos, sino porque la resurrección de Jesús les robó a ambos su significado.»
Thomas Merton

Es el papel de la iglesia (la institución) enseñarnos a vivir como gente que practica la resurrección, y es el papel de los que somos iglesia vivir como que hemos resucitado, el dedicar nuestro tiempo en exclusividad a otras cosas es perder el tiempo. Así que, aprovechando el tiempo, vivimos aquí y ahora siendo un ejemplo de lo que es el Reino de Dios. La iglesia y el Reino no deben confundirse, porque son dos cosas muy muy distintas. La iglesia (institución, siempre aclaro) no debe enseñar lo contrario, ni debe mostrar lo contrario, ni debe animar lo contrario.

Es triste ver como desde nuestros templos se nos enseña y se nos anima a vivir más como muertos que como vivos y a apreciar los disparates de este mundo, desgraciadamente, al mismo tiempo, aprendemos a despreciar las cosas que nos da Dios, porque no queremos «sufrir». Fue el mismo Thomas Merton que dijo:
«Si consideramos el sufrimiento como la gran maldad y el placer como lo más bueno, continuaremos sumergidos en la única maldad que debemos evitar sin compromiso: el pecado.
Hemos sido creados para desear lo que Dios desea, conocer lo que Dios conoce, amar lo que Dios ama. Pecar es desear hacer lo que Dios no desea, conocer lo que Dios no conoce, amar lo que Dios no ama. Entonces cada pecado es un pecado en contra de la verdad, un pecado en contra de la obediencia, un pecado en contra del amor. 

Pues, ¿qué hay de bueno en conocer lo que Dios no conoce? Conocer lo que El no conoce es conocer lo que no es. Y, ¿por qué amar lo que El no ama? ¿Hay algún propósito en amar nada?: Porque El ama todo lo que es. Nuestro destino es amar todas las cosas que El ama, así como El las ama. Querer amar lo que no es, es al mismo tiempo un rechazo a amar lo que es. ¿Por qué destruirnos a nosotros mismos deseando lo que Dios no desea? Desear contra Su voluntad es desear en contra de nosotros mismos. Nuestras necesidades espirituales más profundas son por cualquier cosa que Dios desee para nosotros. Desear lo contrario es denigrar nuestras propias vidas. Pues, cuando pecamos, nuestro espíritu muere de desnutrición.»

Y, al enseñar una vida que es opuesta a la vida, estamos malnutriendo a la gente alimentándolos con «comida rápida» pero no con el Pan que da vida (Juan 6) que al mismo tiempo es la Vida. Si vivo aquí, vivo así… como que resucitó.


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.