*** 8 Diciembre ***

Aquella noche singular Dios nos concedió el obsequio más sublime que alguien pudiera ofrecer: Su Hijo, Jesús. Aunque llegó al mundo como una criaturita indefensa, trajo consigo los más excelsos dones de parte de Dios.
Una vez que se hizo grande, los fue desenvolviendo de uno en uno,
enseñándonos a amar a Dios y al prójimo.
Años después, al morir por nosotros, nos dejó el más grandioso de todos los obsequios: la promesa de vida eterna en el Cielo cuando nuestro tránsito por la Tierra haya tocado a su fin.

Fuente : Laurence Housman

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.