Los Cargos en la Iglesia

Col.3: 23 “Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”.

Toda empresa comercial depende en gran manera del grado de excelencia que haya desarrollado su forma organizativa para llegar a ser exitosa. Y ese modelo es representado por lo que conocemos como organigrama, donde están todos los engranajes que deben calzar y moverse armoniosamente en esa gran maquinaria que es la organización de la entidad.

Pero aún así existen también otros factores que pueden influir en su rentabilidad. El gerente general es la cabeza visible, pero sobre él está el directorio, y el directorio debe responder a los accionistas, a su vez los accionistas son influenciados por los valores que se registran en la bolsa de comercio, y ésta es tan frágil, que basta una simple declaración de uno de los mandatarios que controlan la economía mundial para que las acciones suban o bajen.

Vivimos en un mundo globalizado a tal grado, que toda esta maquinaria que mueve al mundo empresarial debe ser cuidadosamente delineada y ensamblada en lo que conocemos como organización. Una organización es un diseño y modo de conducción de una empresa donde cada persona debe ser cuidadosamente seleccionada para cumplir su labor y responsabilidad de una forma eficiente. El responsable final de esa exigencia es el gerente.

En nuestros días las iglesias cada vez se asemejan más a ese diseño empresarial. Inclusive se han hecho populares algunas compañías compuestas de sociólogos, abogados e ingenieros comerciales que ofrecen sus servicios profesionales para aumentar la rentabilidad en las iglesias. Entendiendo que los ingresos dependen del número de asistentes, estos expertos enfocan su misión en cambiar la imagen pública de la iglesia local para hacerla más atractiva a la sociedad. Incluyen estudios de mercado para realizar campañas especiales para congregar una gran cantidad de personas; los medios favoritos que recomiendan son incluir actividades sociales y deportivas, un grupo de cantantes de música popular, coros, luces especiales; incluso he sabido de casos que han recomendado hasta cambiar el nombre de la iglesia para hacerla más atractiva.

Existen casos, que cuando sus líderes han sido tan “exitosos” en acumular dinero, se les recomienda invertir en acciones en las empresas multinacionales que se cotizan en la bolsa, o simplemente en mercados nacionales que pueden llegar a ser muy rentables, tales como “radio y TV cristiana”, “discotecas cristianas”, empresas inmobiliarias, salones de ventas de joyerías, campos deportivos, vacacionales, salones de eventos, cementerios “cristianos”, o simplemente fábricas que han levantado con el “propósito” de crear fuentes de trabajo para los hermanos.

Pero la verdad está muy lejos de ser lo que estos líderes afirman. A mí me escriben numerosos hermanos de diferentes países del mundo, pero muchos me relatan sus tristes experiencias con estos nuevos “patrones cristianos”. Indudablemente que no se puede generalizar, pero existen muchos que simplemente se han dedicado a esos negocios para aumentar sus ganancias, y contratan a hermanos de la iglesia porque ha sido muy ventajoso para ellos, debido a que estos creyentes no pueden organizar sindicatos (menos aún huelgas) para exigir lo que la propia ley de sus países les garantiza. Trabajan por un sueldo mínimo, muchas veces con numerosas horas de sobre tiempo que no les son canceladas.

He sabido de uno de estos señores que instaló una fábrica con más de 300 trabajadores de su iglesia, a quienes les descuenta directamente de la planilla de pago el diezmo que deberían entregarle en la iglesia. También hay casos aún más tristes, de hermanas que trabajaban en una de esas “radio cristianas” que fueron objeto de acoso sexual por el dueño de esa emisora, el caso aún se está dilucidando en los tribunales del país.

Cuan literal se cumple lo que dijo el Señor sobre el amor al dinero. También cabe recordar Stgo.5: 1-4 “¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas…He aquí clama el jornal de los obreros, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros”. Una reprensión similar hayamos a lo largo de toda la Biblia (Malq.3:5, Dt.24: 14-15, Amos 8: 4-6, Miq.2: 1-2, etc.).

Pero en el desarrollo del tema que deseo considerar, no me voy a ocupar de esos “cargos” que hermanos ocupan en empresas comerciales cuyos dueños son los líderes de las iglesias, porque allí abiertamente sabemos que no es el Espíritu Santo quien los escoge y capacita para ese puesto, sino que es el empresario quien los contrata, no el Señor.

Humanamente a las mayorías les ha parecido muy bien, y son muchas las iglesias que se han “modernizado”, porque no solamente se ajusta mejor al nuevo orden mundial que se avecina, sino que ha sido muy efectivo para llenar los locales de las iglesias que estaban quedando casi vacías. Pero olvidan un punto que es trascendental, la iglesia es la casa de Dios y solamente Él tiene derecho a determinar cómo deben hacerse las cosas allí.

Lo primero que debemos establecer, es que la iglesia no es una organización, sino un ORGANISMO vivo, donde la única cabeza es el Señor y todos los demás somos miembros de ese cuerpo. Rm.12: 4-5Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros”.

Es muy triste el espectáculo que brindan las iglesias carnales, donde sus miembros antes de finalizar el año, ya están candidateandose para los cargos que se nombran por lo general al comienzo de cada año.

En una iglesia de acuerdo al modelo bíblico, no deben existir los “cargos”. Pero en la práctica cada día son más populares los “encargados” de distintas labores, (del púlpito, de las finanzas, de la publicidad, de las relaciones públicas, etc.,) a los cuales en muchos lugares llaman “jefes” (jefe de estacionamiento, jefe de puerta, jefe de pasillo, jefe de los baños, jefas de cocina, jefa de la sala de cuna, etc.) Parecen más bien una tribu donde todos son jefes, y esto lo hacen para satisfacer la vanidad humana de quienes sirven en esas labores.

Lo que el Señor nos dice a través de Su Palabra, es que la iglesia es la casa de Dios y solamente Él debe disponer de quien debe hacer tal o cual labor, porque es Él quien los ha añadido a ese cuerpo espiritual que es la iglesia y los ha incorporado como un miembro con una función preestablecida. Si Dios lo ha diseñado para que sea mano, no pretenda actuar como pié, si ha sido creado como ojo, no espere cumplir la función de una boca.

“Dios nos ha escogido desde el principio para salvación” (2Ts.2:13). “Nos escogió desde ANTES de la fundación del mundo” (Ef.1:4). Pero ese plan de salvación diseñado por el Creador desde antes que el mundo fuese, incluyó no solamente nuestra salvación, sino nuestra función que habríamos de cumplir en la iglesia. (Ef.2:10) “somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.

En la iglesia del Señor no existen los “cargos”, eso es de invención humana. Lo que existen son los dones que Dios repartió como Él quiso (1Cor.12:11 “repartiendo a cada uno en particular como él quiere”). “cada uno tiene su propio don de Dios” (1Cor.7:7).

Dios compara la iglesia con un cuerpo y las diferentes funciones que cada órgano cumple. (Rm.12:5) “así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros”. (1Cor.12:14-23) “Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso”.

Es lamentable, y con resultados desastrosos, cuando uno que debería ser ojo y fue diseñado por el Creador para cumplir esa función, se esfuerza en ser boca. Rm.12: 6-8 “De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría”.

Cada cual debe cumplir con la labor para la que fue diseñado por Dios y puesto dentro de la iglesia para cumplir con un propósito determinado. Por lo cual, cada uno antes de predicar, debería estar plenamente seguro que ese es su don; si va a exhortar, mayormente, porque no existe otro don que requiera más dependencia del Espíritu Santo que ese, y así respectivamente con cada función que se realice en el cuerpo de Cristo que es Su iglesia, no es responsabilidad del pastor ni de la congregación, únicamente el Dueño del rebaño puede escoger su pastor, no las ovejas.

Las cosas en una iglesia espiritual se determinan no por votación o preferencias humanas, las cuales casi siempre están influenciadas por lazos sanguíneos de familiares, o simplemente por amistad. Sino que lo que debería existir es el reconocimiento unánime de las distintas funciones que cada cual debe cumplir. Si una iglesia no es capaz de diferenciar una mano de una boca, es porque simplemente las cosas allí andan muy mal. Existen lugares donde los “encargados” deben señalar por ejemplo quién es el nuevo anciano que ellos han escogido, y comunican a la iglesia su determinación señalando: “este ha sido incorporado (por ellos) al grupo selecto de los ancianos”.

Esto me hace pensar en el caso de un bebé cuando su madre tiene que indicarle con su dedo: “este es el ojo, esta es la boca, etc.”. Así de inmadura es una iglesia que requiera que le estén señalando públicamente (porque seguramente que la mayoría no se había dado cuenta) que ése es un anciano.

Otro detalle que salta a la vista de cualquiera que escudriñe las Escrituras, es que en la Biblia nunca se mencionan las “dinastías” que en nuestros días se han desarrollado en las iglesias, es decir, si el padre es pastor, sus hijos (y en algunos casos hasta sus hijas) son los nuevos pastores; los que son ancianos, sus hijos deben igualmente heredar ese “título”.

Todos los apóstoles eran casados (1Cor.9:5). Entre los requisitos de los pastores o ancianos, estaba que tuvieran hijos creyentes (Tito 1:6), en sujeción con toda honestidad (1Tm.3: 4). Pero sin embargo no vemos a ninguno de sus hijos en una sucesión de liderazgo dentro de las iglesias del Nuevo Testamento, aún considerando que su relato abarca un período muy extenso de años y registra las situaciones de varias iglesias, las que hasta la muerte del apóstol Juan eran miles en una gran región del planeta.

Seguramente que el Espíritu Santo, previendo la corrupción que llegaría a la iglesia en los últimos tiempos, evitó escoger a los hijos de esos líderes que se registran en las Escrituras para nuestro ejemplo, y también debido a la estatura espiritual de ellos que se sometieron al designo soberano de Dios.

Toda división que se haga en el cuerpo de Cristo que es Su iglesia, como las “dinastías” que se suceden de padres a hijos, la separación entre clero y laicos; hermanos responsables e irresponsables, todo eso es de invención humana, fuego extraño del cual Dios no se agrada.

Es de suma importancia saber cual es su propio don con el cual Dios lo ha bendecido, porque todos hemos recibido un don en particular. El apóstol Pablo, el mismo día de su conversión preguntó temblando y temeroso: (Hch.9: 6) “Señor, ¿qué quieres que yo haga?”.

Mientras no encuentre la respuesta a esa pregunta, no se preocupe de ocupar un “cargo” dentro de la iglesia. Su responsabilidad es orar y prepararse escudriñando las escrituras, para cuando llegue el momento señalado por Dios, Ud. esté listo y pueda decir: “Heme aquí, envíame a mí”.

Para desarrollar cualquier profesión dentro del mundo laboral, se requiere años de estudio y preparación, sin embargo para el servicio del Señor, son muchos los que se consideran listos aún sin haber leído toda su Biblia, ¿cómo van ha poder hablar con propiedad y conocimiento de causa sobre un libro que ni tan siquiera lo han leído una sola vez de tapa a tapa?

Si aún no conoce cual es su don, continúe orando y preparándose para Su servicio. Escudriñe cada día las Escrituras, tome su cruz y siga al Señor, no a los hombres; recuerde siempre que nos manda hacerlo todo de corazón, como para el Señor y no para los hombres. Esto incluye hasta el trabajo regular con el cual se gana el sustento de cada día; aún allí Ud. debe irradiar esa luz que en medio de la oscuridad debería poder apreciarse con mayor nitidez, exhalar esa fragancia del Espíritu Santo que solamente los hijos de Dios poseen. Que así sea, Amén.

Por Jack Fleming

http://www.estudiosmaranatha.com/mensajes/mensaje57.html


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