JUAN 19. EL MINISTERIO PUBLICO DE JESUS 12

43-44 Algunos no trataban bien a Jesús cuando él les hablaba. Por eso Jesús dijo una vez: «A ningún profeta lo reciben bien en su propio pueblo».

Después de estar dos días en aquel pueblo de Samaria, Jesús y sus discípulos salieron45 hacia la región de Galilea. La gente de Galilea lo recibió muy bien, porque habían estado en la ciudad de Jerusalén para la fiesta de la Pascua y habían visto todo lo que Jesús hizo en aquella ocasión.

46 Más tarde, Jesús regresó al pueblo de Caná, en Galilea, donde había convertido el agua en vino. En ese pueblo había un oficial importante del rey Herodes Antipas. Ese oficial tenía un hijo enfermo en el pueblo de Cafarnaúm.47 Cuando el oficial supo que Jesús había viajado desde la región de Judea a Galilea, fue y le pidió que lo acompañara a su casa y sanara a su hijo, pues el muchacho estaba a punto de morir.

48 Jesús le contestó:

–Ustedes sólo creen en Dios si ven señales y milagros.

49 Pero el oficial insistió:

–Señor, venga usted pronto a mi casa, antes de que muera mi hijo.

50 Jesús le dijo:

–Regresa a tu casa. Tu hijo vive.

El hombre creyó lo que Jesús dijo, y se fue.51 Mientras regresaba a su casa, sus criados salieron a su encuentro y le dijeron: «¡Su hijo vive!»

52 El oficial les preguntó a qué hora el muchacho había empezado a sentirse mejor, y ellos respondieron: «La fiebre se le quitó ayer a la una de la tarde».

53 El padre del muchacho recordó que a esa misma hora Jesús le dijo: «Regresa a tu casa. Tu hijo vive». Por eso, el oficial del rey y toda su familia creyeron en Jesús.

54 Esta fue la segunda señal que Jesús hizo en Galilea al volver de Judea.

Leo este pasaje como padre y puedo entender la angustia que debía de sentir aquel padre ante la enfermedad de su hijo. Me pregunto si los médicos ya lo habían desahuciado y comunicado al padre la imposibilidad de hacer nada con respecto a su recuperación.

El caso es que aquel hombre fue a Jesús porque en su confianza o en su desesperación o ambas cosas a la vez, pensó que en el maestro había alguna posibilidad de sanación para su hijo. Como padre me sorprende su confianza en Jesús marchando cuando recibió la palabra del Maestro de que su hijo había sido sanado y no insistiendo en que marchara con él para ver físicamente al niño y hacer algo sobre él. Como padre me impacta profundamente que fuera capaz de reconocer, cuando sucedió la sanación, que esta provenía de Dios y que no había sido el producto de la casualidad o la evolución natural de un proceso.

Me desafía a confiar en Jesús. Me desafía a creer que Él puede actuar más allá de mis pocas y limitadas capacidades. Me reta a descansar en que Él sabe y tiene el control y, por tanto, puedo dejar las cosas en sus manos. Me gustaría ser más y más como ese padre.

Un principio

Aprender a descansar en la palabra de Jesús para mi vida.


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