7 Entonces Jesús les explicó el ejemplo:
«Yo soy la puerta de las ovejas.8 Todos los que vinieron antes que yo, eran bandidos y ladrones; por eso las ovejas no les hicieron caso.9 Yo soy la puerta del reino de Dios: cualquiera que entre por esta puerta, se salvará; podrá salir y entrar, y siempre encontrará alimento.
10 «Cuando el ladrón llega, se dedica a robar, matar y destruir. Yo he venido para que todos ustedes tengan vida, y para que la vivan plenamente.
Jesús es la puerta y, por tanto, el único acceso al redil. No es nada difícil ver aquí una similitud con otro pasaje de este mismo evangelio, Juan 14:6, donde afirma ser el camino, la verdad y la vida y nadie viene al Padre sino por mí. No hay otra posibilidad de acceso a Dios a parte del Maestro de Nazaret, Dios mismo hecho ser humano.
Pero esto no representa un gran problema para mí porque lo creo y lo acepto. Lo que me ha hecho pensar este pasaje es acerca del acceso a otras cosas importantes en la vida que únicamente pueden lograrse por medio de Jesús y que, sin embargo, yo trato de lograr por mí mismo.
No puedo negar que, como todo ser humano, persigo el sentido y el propósito en la vida. Y que de forma consciente o inconsciente tengo mi propia idea de en qué consiste ese sentido y cómo puedo lograrlo. Con harta frecuencia olvidó que el sentido, el propósito, la realización como ser humano en la dimensión más profunda y el contentamiento, entre otras cosas, únicamente proceden de Jesús y sólo a través de Él podre lograrlo, no en vano afirma que ha venido para darme vida, no la física naturalmente que ya la tengo, sino esa vida que va más allá de lo puramente biológico, una vida con sentido, valor y propósito.
Necesito recordarme una y otra vez esto. Jesús, sólo El, es la fuente, la puerta, el camino para la auténtica vida.
Jesús es la puerta, puede resultar inútil y peligroso tratar de entrar por otro lado.
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