No quiero perder el espanto, así como lo oyes. No quiero acostumbrarme a las noticias y ya no escandalizarme por asesinatos en colegios, o muchachas que abandonan a sus hijos, o criminales que matan a sangre fría.
No quiero perder el espanto cuando sé que muchos mueren por falta de comida o debido a desastres naturales, cuando me entero que gente conocida padece enfermedades terminales. Pues quizá más que espanto, deseo tener compasión, empatía, amor.
No quiero perder lo que no debo perder…
Deja una respuesta