USTED DECIDE…

En mi artículo de hoy EL QUE YO BESE no puse a propósito a dos hermanos porque tenía en mente escribir sobre ellos… Caín y Abel. Nacieron de la misma madre. Tomaron la misma leche. Hijos del mismo padre. Conocían al mismo Dios…
Uno decide honrar a sus padres y a Dios. El otro decide honrarse a sí mismo. Uno decide obedecer. El otro decide ser rebelde. Uno decide proteger la vida. El otro decide matarla… Curioso, ¿verdad? Como podemos ser tan antagonistas… Ambos vivían en el mismo jardín, lo que traducido a nuestro lenguaje actual significa que se congregaban en la misma iglesia. Tenemos mucho parecido a estos dos hermanos ¿no le parece? Y, ¿qué tal con los pastores? Predicamos el mismo evangelio, al mismo Jesús, usamos la misma Biblia, adoptamos las mismas poses… pero después tomamos una decisión… Y nos llega la tragedia.
Creo que estamos a tiempo para rectificar nuestros caminos y empezar a darnos lo que cada uno merece. Pablo dice que no le debamos nada a nadie. Al que honra, honra. Tristemente lo mismo que hacemos los pastores hacen las ovejas. Por algo somos ejemplos para ellas. Unos, como Caín, enseñamos a matar.  No lo hacemos con una daga, ahora somos más sofisticados. Usamos la lengua. Usamos los canales de TV y las ondas de radio. Caín mató a su hermano envidioso por su sacrificio. Hoy nos matamos por el edificio. Nos matamos por las ovejas. Un pastor me maldijo diciendo que yo le robaba ovejas. Y otros le creyeron. Nos matamos por el rico que todos queremos tener como diezmador. Aunque sea carnal. No nos peleamos por su alma sino por su dinero. Cada pastor tiene en su corazón un pedazo de Caín. Y es de eso precisamente de quien debemos cuidarnos, no de los otros. Pero es inexplicable cómo no queremos ver la realidad de nuestros ministerios. Estamos, como decimos en Guatemala, viendo la tormenta y no nos hincamos. Nos cuidamos más de los otros y descuidamos al Caín que llevamos dentro, cuando nuestra lucha dijo Saulo, no es contra carne ni sangre. Nuestro peor enemigo no es el pastor de la esquina. No es el pastor que tiene un mega templo, no es el pastor de un rebaño de cinco ni el de tres mil…Nuestro peor enemigo está dentro de nosotros mismos. Pero el ingrato se esconde tan bien que no lo notamos. Lo perfumamos con Carolina Herrera, lo adornamos con manicure, pedicure y otro montón de cosas. Le ponemos plumas Mont Blanc en la bolsa de la camisa para que se vean, le ponemos un Rolex en la muñeca y lo subimos a un BMW para que se vea bien… pero apesta. Hiede. Cuando abre la boca, como Pandora, deja salir sabandijas y culebras…Se hace alas de cera como Ícaro que al nomás subirse un poquito se le derriten cuando llega a su casa. Ese hombre es el cuerpo de muerte. Saulo lo vivió y se lamentó tener que soportarlo. ¿Y nosotros? Somos más finos. Le ponemos un montón de títulos para que hieda menos… Licenciaturas, maestrías, doctorados, reverendos, gran siervo y muchos nombres más, menos el apropiado: Cuerpo de Muerte… Caín y Abel. Dos hermanos. Dos decisiones… Dos caminos… ¿Cual decide usted ser?
 

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.