HECHOS 25. EL TRABAJO DE PEDRO 1. ENEAS Y DORCAS

HECHOS 9:32-42

32 Mientras tanto, Pedro viajaba de un lugar a otro, y descendió a visitar a los creyentes de la ciudad de Lida. 33 Allí conoció a un hombre llamado Eneas, quien estaba paralizado y postrado en cama hacía ocho años. 34 Pedro le dijo: «Eneas, ¡Jesucristo te sana! ¡Levántate y enrolla tu camilla!». Al instante, fue sanado. 35 Entonces todos los habitantes de Lida y Sarón vieron a Eneas caminando, y se convirtieron al Señor.

36 Había una creyente en Jope que se llamaba Tabita (que en griego significa Dorcas[h]). Ella siempre hacía buenas acciones a los demás y ayudaba a los pobres. 37 En esos días, se enfermó y murió. Lavaron el cuerpo para el entierro y lo pusieron en un cuarto de la planta alta; 38 pero los creyentes habían oído que Pedro estaba cerca, en Lida, entonces mandaron a dos hombres a suplicarle: «Por favor, ¡ven tan pronto como puedas!».

39 Así que Pedro regresó con ellos y, tan pronto como llegó, lo llevaron al cuarto de la planta alta. El cuarto estaba lleno de viudas que lloraban y le mostraban a Pedro las túnicas y demás ropa que Dorcas les había hecho. 40 Pero Pedro les pidió a todos que salieran del cuarto; luego se arrodilló y oró. Volviéndose hacia el cuerpo, dijo: «¡Tabita, levántate!». ¡Y ella abrió los ojos! Cuando vio a Pedro, ¡se sentó! 41 Él le dio la mano y la ayudó a levantarse. Después llamó a las viudas y a todos los creyentes, y la presentó viva.

42 Las noticias corrieron por toda la ciudad y muchos creyeron en el Señor; 43 y Pedro se quedó mucho tiempo en Jope, viviendo con Simón, un curtidor de pieles.

Este pasaje y los siguientes se centran en el trabajo llevado a cabo por Pedro. El hecho de que se nos hable de dos ciudades diferentes nos muestra como la comunidad de los seguidores de Jesús poco a poco se iba extendiendo por la zona de Judea, es decir el resto de la Palestina de aquel tiempo.

En los versículos que me ocupan se producen dos curaciones milagrosas, sobrenaturales y, lo que más llama mi atención es el hecho de que ambas llevaron a muchas personas a creer. En este caso específico hay una relación directa entre ver el milagro y creer. Sin embargo, no creo que esto sea, necesariamente, una regla que siempre suceda. Nadie ha hecho jamás tantos milagros como hizo Jesús pero, para ser honestos, no tuvo mucho éxito con los mismos en cuanto a impactar y transformar las vidas de las personas. Por eso, más que enfatizar el: ver milagro –> creer, prefiero enfatizar, como ya sucedió con Pablo, lo siguiente: vidas cambiadas –> creer. Esto último, a parte de ser más real, está más a mi alcance y ha sido una constante histórica de influencia de la fe cristiana.

Por otra parte, me ha desafiado también la vida de Dorcas. Lo que aprendo de ella es que, sin duda, era una agente de restauración, es decir, alguien sensible a las necesidades de la gente a su alrededor y que impactó, en la medida que estuvo a su alcance, su mundo. Con Dorcas aprendo que no sólo es importante lo que hago, sino que triste es cuánto dejo de hacer.
Un principio

Ser agente de restauración.

Una pregunta

¿Cuánto bien hago, cuánto dejo de hacer?

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