Sí. ¡Felices los que ahora sufren!

Si bien la vida es una batalla, también es una bendición para quienes soportan firmes y perseverando en su fe.

«He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo» Santiago 5:11.

Estas palabras de Santiago nos confortan mostrándonos que el sufrimiento en la vida del creyente siempre tiene un propósito celestial. Además en el ejemplo de Job, encontramos aliento y poder para perseverar en los momentos más oscuros de la vida; un poder arraigado en Dios, que es compasivo y misericordioso.

Vive feliz, vive en paz, que nada te altere, que nada sea capaz de quitarte tu paz, ni la fatiga, ni tus fallos. Haz que brote y conserva siempre sobre tu rostro, una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor, continuamente te dirige. Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada, todo aquello que te llene de la paz de Dios.

Sí. ¡Felices los que ahora sufren! Eso fue lo que nos dijo Jesucristo. Y lo dijo bastante al inicio de su predicación en el conocido “Sermón de la Montaña”, el cual comienza con las “bienaventuranzas”Cuando al sufrir adversidades ponemos nuestra confianza en Dios y no en nosotros mismos, cuando ponemos nuestra mirada en la meta celestial y nos desprendemos de las metas terrenas, cuando confiamos tanto en Dios que nos abandonamos en El y nos sentimos cómodos dentro de su Voluntad -sea cual fuere- podemos decir que hemos comenzado a transitar el camino de las “bienaventuranzas”.

Las “bienaventuranzas” son una llamada para todos, pero sólo los que seamos capaces de desprendernos de nuestros criterios y deseos, para asumir los de Dios, podremos ser felices … aquí y Allá.

PAZ Y BIEN ¡¡¡


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.