El tráfico de órganos extiende sus redes en la India

Cada año en la India miles de personas necesitantrasplantes de órganos. Cuando un enfermo requiere un transplante, en primerlugar se dirige a su familia para conseguirlo, pero cuando todas las opcionesse agotan, entran en escena los traficantes del mercado ilegal de órganos.
«Están obligados a comprar riñones desdefuera, por lo que violan la ley, y los médicos se hacen de la vistagorda«, dice el especialista del centro de donación Sundar Avadivelu.
A menudo el donante recibe poco menos de mildólares por su órgano, que nunca podrá reemplazar. Al mismo tiempo, lostraficantes pueden ganar varias veces más por el mismo.
«Fui un con un traficante de órganos. Medijo que me pagaría 50.000 por un riñón. Nos prometió que sería más, pero nosengañó«, dice Kala Arumugan, donante ilegal de riñón.
Kala Arumugan vive sola en un apartamento pequeñoen la ciudad de Chennai. Como muchos indios que viven en pobreza, Kalaconstantemente necesita dinero. Y eso a pesar de que ha vendido uno de susriñones.
«Acepté la propuesta porque estaba en unasituación difícil y tenía hijos pequeños. Ni siquiera teníamos qué comer«,afirma Kala.
En el 2004, un destructivo tsunami provocó milesde muertos en Asia. Los supervivientes muy pronto se volvieron el blanco de ladelincuencia, para la que no fue un problema aprovecharse de su desesperación.
Kala era una de los que perdieron todo. Paratener una vida normal, recibió un préstamo. Pero luego no lo pudo devolver.
«Estábamos muy endeudados. Tuve que pedirprestado dinero para comprar un barco pesquero. La gente que me lo dio empezó aexigir que lo devolviera. Me amenazaron con venir a mi casa si no lopagaba«, cuenta Kala.
Frecuentemente, a los donantes les roban no solodinero sino también la salud y la posibilidad de vivir normalmente.
«Antes solía correr mucho y trabajararduamente. Pero ahora ya no puedo hacerlo como antes. Incluso se me hacedifícil levantar una cubeta de agua. No puedo ir al trabajo. Me duele mucho elvientre y el pecho«, dice Kalavathy Chinnakuttan, que también vendió unriñón.
Mientras las historias del ‘mercado Rojo‘provocan horror entre los habitantes locales, los desesperados se ven forzadosa tomar medidas extraordinarias para salir adelante.
«Vivimos una vida llena de sufrimientos.Quería pagar rápido los préstamos y vendí un riñón. Estaba muy avergonzado decontárselo a la gente. A pesar de tener estudios, muchos lo hacentodavía«, dice Kalavathy.
En 1994, el Gobierno indio aprobó una ley para regularla donación de órganos en el país. Pero aunque cada transplante tenía que seraprobado por una comisión médica, es casi imposible impedir las transaccionesde dinero por debajo de la mesa.


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  1. q mal

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