HECHOS 53. EL MINISTERIO DE PABLO. EL TERCER VIAJE MISIONERO 3

HECHOS 19:11-20

11 Dios le dio a Pablo el poder para realizar milagros excepcionales. 12 Cuando ponían sobre los enfermos pañuelos o delantales que apenas habían tocado la piel de Pablo, quedaban sanos de sus enfermedades y los espíritus malignos salían de ellos.

13 Un grupo de judíos viajaba de ciudad en ciudad expulsando espíritus malignos. Trataban de usar el nombre del Señor Jesús en sus conjuros y decían: «¡Te ordeno en el nombre de Jesús, de quien Pablo predica, que salgas!». 14 Siete de los hijos de Esceva, un sacerdote principal, hacían esto. 15 En una ocasión que lo intentaron, el espíritu maligno respondió: «Conozco a Jesús y conozco a Pablo, ¿pero quiénes son ustedes?». 16 Entonces el hombre con el espíritu maligno se lanzó sobre ellos, logró dominarlos y los atacó con tal violencia que ellos huyeron de la casa, desnudos y golpeados.

17 Esta historia corrió velozmente por toda Éfeso, entre judíos y griegos por igual. Un temor solemne descendió sobre la ciudad, y el nombre del Señor Jesús fue honrado en gran manera. 18 Muchos de los que llegaron a ser creyentes confesaron sus prácticas pecaminosas. 19 Varios de ellos, que practicaban la hechicería, trajeron sus libros de conjuros y los quemaron en una hoguera pública. El valor total de los libros fue de cincuenta mil monedas de plata.[c] 20 Y el mensaje acerca del Señor se extendió por muchas partes y tuvo un poderoso efecto.

21 Tiempo después Pablo se vio obligado por el Espíritu[d] a pasar por Macedonia y Acaya antes de ir a Jerusalén. «Y, después de eso —dijo—, ¡tengo que ir a Roma!». 22 Envió a sus dos asistentes, Timoteo y Erasto, a que se adelantaran a Macedonia mientras que él se quedó un poco más de tiempo en la provincia de Asia.

En este pasaje se narran varios episodios que muestran la fuerza con la que el mensaje del evangelio se difundió por Efeso y su región. Llama la atención el impacto que la buena noticia produjo en la vida de las personas y aquí, precisamente, radica en mi opinión el desafío de este sencillo pasaje.
El evangelio cuando llega a la vida de las personas transforma. Cierto, se trata de un proceso, pero transforma. Si en nuestras vidas no hay evidencias de un cambio, que puede ser lento pero constante, hemos de plantearnos la realidad de nuestro seguimiento de Jesús y de nuestra fe.
Por demasiado tiempo se ha implantado la idea que creer es algo intelectual y relacionado, fundamentalmente, con credos, doctrinas y sistemas teológicos. Creer ha sido equivalente a tener la doctrina correcta. La Biblia, contrariamente, enfatiza la vida cambiada, el estilo de vida, la transformación, el proceso. Como Santiago, para horror del propio Lutero, afirmaba, la única evidencia real de la fe son las obras.
Un principio

La única evidencia real de la fe son las obras

Una pregunta

¿Qué obras en tu vida validan tu fe?


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