1 PEDRO 4:7-11
7 Ya se acerca el fin de todas las cosas. Por eso, sean ustedes juiciosos y dedíquense seriamente a la oración. 8 Haya sobre todo mucho amor entre ustedes, porque el amor perdona muchos pecados.[b] 9Recíbanse unos a otros en sus casas, sin murmurar de nadie.[c] 10 Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de ustedes sirva a los demás según lo que haya recibido. 11 Cuando alguien hable, sean sus palabras como palabras de Dios. Cuando alguien preste algún servicio, préstelo con las fuerzas que Dios le da. Todo lo que hagan, háganlo para que Dios sea alabado por medio de Jesucristo, a quien pertenece la gloria y el poder para siempre. Amén.[d
En este pasaje, según lo veo yo, se desarrolla en dos partes básicas. La primera, menciona algunas de las características que deberían adornar la vida de cualquier seguidor de Jesús. La segunda, nos habla acerca de lo dones que hemos recibido de parte del Señor y que, tal y como indica Pedro, tienen un doble propósito, primero servir al resto de la comunidad y segundo dar gloria a Dios.
Lo que me ha llamado la atención y constituye el reto de hoy para mi vida es la exhortación a tener amor ya que este cubre, perdona, pasa por alto, no tiene en cuenta multitud de pecados. Es una gran verdad y un gran desafío a mi conciencia porque hay veces en que claramente somos agraviados, ofendidos, no tenidos en cuenta, menospreciado, ignorados y un largo etcétera de situaciones en las que otras personas, con intención o sin ella, nos dañan o nos evitan experimentar el bien. El consejo de la Escritura es cubrirlo, no tenerlo en cuenta. No nos dice que le quitemos importancia, no nos dice que no tengamos derecho a sentirnos mal, nos dice que vayamos un paso más allá de todo eso y tomemos la decisión que nace de la voluntad de perdonar que significa lisa y llanamente no tener en cuenta.
Un principio
El amor no tiene en cuenta el pecado.
Una pregunta
¿Qué pecados existen que precisan que practiques este principio?
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