Pureza Sexual… PAN DE VIDA O PAN DE MUERTE: ¿CON CUÁL TE ALIMENTARÁS?

Saludos nuevamente a todos ustedes que defienden día a día su pureza sexual

“Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed”.  Juan 6:35 

En la cárcel de la lujuria sexual, vivimos sedientos y hambrientos.  Pero esta sed y esta hambre no se apaciguan con alimentos que podamos poner en un plato, o bebidas que podamos vertir en un vaso.   Es el hambre y la sed del corazón.  Un corazón esclavizado al sexo que nunca dirá “basta,” porque nunca se sentirá satisfecho. ¿Por qué? Es que nuestro corazón fue engañado por una lujuria sexual que nos prometió tesoros y placeres permanentes, para luego lanzarnos a su trampa de oscuridad y muerte.

Solo la plena vida de un corazón transformado por Jesucristo, o la eterna muerte de un corazón destruido por el pecado, darán final a esta lucha de todo o nada.  Porque la lujuria sexual tiene una clara agenda contigo y con todo hombre que ha caído bajo sus redes: Ella no acabará su seducción hasta que te haya robado tu eternidad con Dios.

Es por esto que el hombre que lucha en contra de la lujuria sexual solo puede vivir de una manera: radicalmente.  Así, hemos aprendido a ser tan radicales en nuestra restauración y en nuestra pureza como lo fuimos en nuestra vida atada al sexo compulsivo.

¿Qué quiere decir esto?  Reflexiona en tu pasado y pregúntate: ¿Qué estuviste dispuesto a hacer en una de esas noches cuando la lujuria sexual te había convertido en un mendigo hambriento y seco por la sed?  ¿Recuerdas?  Las múltiples mentiras con  tal de llegar a aquel lugar de pecado; las veces en que te quedaste en la casa fingiendo que el trabajo o los estudios te impedían ir a esa actividad familiar; aquella oscura ruta para llegar a aquel club; los peligros que tomaste; los riesgos que asumiste, con tal de probar aquel bocado de pan, aquel sorbo de agua, que se te envió cortesía de las tinieblas.

Y ahora, ¿qué estás dispuesto a hacer con tal de no regresar a aquel pasado de dolor, locura y destrucción?  No hay medida demasiado extrema o radical en contra de la lujuria sexual como para rechazarla.  En esta guerra, no hay treguas ni tratados de paz.  Solo nos detendremos cuando la lujuria esté desterrada para siempre de nuestro territorio.

¿Cuánto tiempo se tomará lograr esta victoria? No lo sabemos y no nos toca a nosotros saberlo.  Solo confiamos y luchamos sin parar.  Confiamos en la Palabra que nos ha prometido que al final de la guerra, si tenemos confianza en Aquel que nos ha enlistado en este ejército, estaremos de pie, en victoria, y la lujuria habrá sido vencida.

Te pregunto: ¿Con cuál pan y con cual agua habrás de alimentarte?  En tus manos está la decisión de convertirte en un mendigo hambriento y sediento para siempre, o en un hombre alimentado por el Pan de Vida y por el Agua más pura que jamás hayas probado.

Muchos hombres han optado por una dieta a conveniencia, donde algunas veces comen el Pan de Vida y la pura agua que Jesús les ofrece, para luego alimentarse del agua y pan contaminados por el pecado.  No funcionará.  Acabarás encadenado a la ruta que rechaza a Jesucristo y la pureza sexual que El te ofrece.  ¿Sabes por qué?  Porque nunca podrás servir bien a dos señores; porque tu decisión no permitirá que sirvas a la luz y a las tinieblas; porque sirviendo a las tinieblas, ya decidiste rechazar la luz que Cristo vino a ofrecerte.

Ven hoy y aliméntate de Su mano.  Ella tiene pan fresco, hecho con los mejores ingredientes que Cristo tenía: Su entrega, su dolor, su sangre y su vida hasta el último aliento.  Y allí, en lo alto de la Cruz, El mezcló sus ingredientes sobre la brasa y el fuego de Su amor por ti y por mí.  ¿Y Su agua? ¿Qué podrá decirse de aquella bendita agua, pura como ninguna, aquella que salió de su costado en el momento final de su entrega?

Ven y recíbelo, porque Jesús te promete algo: Nunca más tendrás sed.  Nunca más tendrás hambre.  Jamás. Y te prometo algo: Una vez comiences a deleitarte con Su pan y con Su agua, tampoco querrás probar otros. Porque el alimento que Jesús nos ofrece también produce dependencia.  Es la dependencia que nos ata para siempre con el lazo de Su Amor incomparable.  Ven y sé atado, no por la lujuria, sino por su bendita Gracia.

Un abrazo,

Edwin Bello

Fundador

Pureza Sexual…  ¡Riega  la  Voz!

PD: Escucha el audio testimonio de Edwin Bello de cómo pudo vencer a la lujuria sexual.  Presiona pureza sexual para acceder.


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.