Pureza Sexual … EN LA CUERDA FLOJA

Saludos nuevamente a todos ustedes que defienden día a día su pureza sexual

Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto? Juan 11:25-26 

El hombre esclavizado por la lujuria sexual camina sobre una cuerda floja.  Y allí, mientras la tambaleante cuerda nos separa de una caída violenta, nos balanceamos de un lado para el otro, segundo a segundo, evitando caer en ese oscuro abismo que tanto nos atrae y amenaza.  La muerte nos ha tendido una trampa.  Vivimos al borde, a punto de caer en ella.  Nuestras historias reflejan cómo la muerte nos rozó en tantas ocasiones.

Sin buscar dramatismos en nuestro pasado de pecado, esa es la realidad.  Algunos de nosotros supimos sobre la muerte de aquel cliente en el prostíbulo o motel que frecuentamos.  Otros, vimos en la televisión detalles sobre el asalto donde pereció un persona en la madrugada, mientras manejaba por una avenida familiar donde compramos sexo tantas ocasiones.  También escuchamos sobre la redada en el club de “strippers” donde se desató una balacera, quedando varias personas heridas, o peor.  Y también supimos sobre aquel hombre que murió de SIDA, no sin antes haber infectado a su esposa y al hijo que ella llevaba en sus entrañas.

Sí, la lujuria sexual nos ha engañado, al inscribirnos en una trágica lotería donde al parecer se regalan tremendos premios. En realidad, esta lotería sólo ofrece regalos de muerte.  Peor aún, la lujuria sexual nos ha comprado un boleto ganador y ahora sólo busca que nos ganemos el “premio mayor”: nuestra propia destrucción.

Todo apunta a que la lujuria sexual nos ha vencido con sus artimañas y que cederemos mientras nuestros pies quieren rendirse sobre la cuerda floja.  La trampa abre su boca engañosa y ya da por sentado que seremos devorados.  Nuestro destino irremediable, pavimentado con los bloques de nuestros pecados sexuales, parece ser la muerte; esa muerte eterna; esa muerte donde Dios no podrá escucharnos, ni podremos escuchar a Dios.

Pero allí, en el segundo final que teníamos disponible, la voz de nuestro Señor quebró el tiempo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás.”  Esas palabras lo trastocaron todo. ¿No era yo un pecador destinado a la muerte segura?  ¿Acaso no era yo un hombre sentenciado al matadero, con la marca de Caín sobre mi frente?

Ahora, la contestación a mis dudas la respondería Cristo con un claro “NO”. Solo tendría que mostrar las heridas de Sus manos y Sus pies; y su cuerpo glorioso, vencedor de la tumba. La trampa fue descubierta y desmantelada; los boletos de la lotería mortal fueron anulados en la Cruz; mi marca de maldición en la frente fue tapada por la sangre del Cordero Perfecto. Hoy, la muerte fue vencida para siempre.

Y entonces, si no soy ciudadano de la muerte, ¿cuál es mi destino?  Tu pregunta requiere que reflexiones nuevamente en las poderosas palabras de Jesús.  Cristo es la Resurrección y la Vida.  Si crees en El, aunque mueras, vivirás.  Si crees en El, no morirás jamás.  Cristo te ofrece abandonar para siempre la cuerda floja que te mantuvo atado al abismo de la muerte.  En El, podrás plantar tus pies firmes en esta tierra, pero con tu mirada en el cielo.

Ahora, no tienes que seguir siendo esclavo de la muerte, sino que puedes tener una ciudadanía, una mansión eterna, en el Reino que Cristo vino a proclamar.  Solo necesitas creer en El, creer en su promesa de inmortalidad.  Cree en El hoy.  No lo dejes para más tarde.

Y si permites que tu fe vea en Jesús al Hijo de Dios que murió y resucitó por ti, entonces, vivirás para siempre. Entonces serás inmortal. ¡Rechaza el boleto de muerte que la lujuria sexual te dio. Recibe a cambio, el regalo de inmortalidad que Cristo compró parar ti, cuando se levantó triunfante de la tumba!

Un abrazo,

Edwin Bello

Fundador

Pureza Sexual…  ¡Riega  la  Voz!

PD: Escucha el audio testimonio de Edwin Bello de cómo pudo vencer a la lujuria sexual.  Presiona pureza sexual para acceder.


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