DELE USTED DE COMER

La indiferencia humana no tiene límites. Somos egoístas por naturaleza. El pecado ha llenado tanto nuestras vidas que normalmente vivimos para nosotros mismos, sin tener en cuenta el dolor ajeno. Hace poco vi en la televisión noticiosa a un hombre que se debatía de dolor en su silla de ruedas en la emergencia de un hospital sin que nadie hiciera nada por él. Fuero cuatro horas las que este hombre pasó quejándose y las enfermeras y doctores ni caso le hicieron… Por supuesto que, según la nota periodística, «se tomarán cartas en el asunto»… Es el colmo de la indiferencia y el egoísmo humano. Sin embargo, no hay que ir a un hospital para ver esos cuadros. Los vemos todos los días en las esquinas de nuestra ciudad cuando le negamos a un pordiosero la limosna que nos pide. Aducimos que es para libar licor sin preguntarle siquiera sus motivos. Existe una creencia que todos los que piden dinero en las esquinas es para mantener sus vicios… ¿Y si no? Claro, hay hasta mujeres que con tal de no trabajar prefieren pedir limosna y envían a sus hijos a hacer lo mismo. Pero… ¿cuantas de esas personas realmente necesitan la ayuda para comer? En mis charlas a los oficiales de la PNC les digo algo cierto y doloroso: cuando ellos escuchan que un pastor les dará una plática de valores o motivacionales para mejorar su nivel de vida y trabajo, instantáneamente ponen cara de incrédulos. Se percibe el rechazo hacia mi persona y con justa razón. La conducta inadecuada de muchos de mis colegas ha dañado el perfil del pastor, a tal grado que ha perdido credibilidad y confianza… Es allí donde tengo que hablarles fuerte y claro y los pongo ante una disyuntiva: Hay policías corruptos. No es un secreto. Hay policías secuestradores. Innegable. Sin embargo, les pregunto: ¿Es usted uno de ellos? ¿Es usted amigo de narcotraficantes? Ante tales preguntas, lógicamente me indican que no. De igual manera, les digo, yo no soy como todos los pastores que usted conoce. Que hay malos pastores, abundan, lo mismo que malos policías. Sin embargo no todos estamos cortados con la misma tijera… Viene esto a colación porque, si pensamos que el limosnero que encontramos en la esquina pidiendo para su sustento es uno de los sinceros, habremos hecho un milagro. Darle una ayuda puede paliar una necesidad en su casa. Puede poner pan en su mesa. Puede tener para llevarle algo a su esposa. No todos los que piden lo hacen con honestidad pero creo que debemos jugarnos el albur porque entre todos los que encontramos, indudablemente podemos hacer el milagro que ellos necesiten…Así que, la próxima vez que alguien le pida una ayuda, no dude en hacerlo, puede estar frente a Jesús y qué doloroso será negarle algo al Dueño del oro y la plata… Recordemos que estamos en esta vida para mejorar a los que se cruzan en nuestros caminos. Cuando se te presenta la oportunidad de ver el dolor de otra persona, es porque tienes la capacidad de hacer algo al respecto. Sólo eres testigo de aquello que puedes cambiar. Hoy, date cuenta del dolor que ves en las personas. Pregúntate cómo puedes ayudar. Busca la respuesta y te será dada. Podrás sentirla, recibirás discernimiento, sentirás a tu intuición guiándote. Confía en ella. Por algo Jesús dijo… Denles ustedes de comer… Usted encontrará gente hambrienta de cariño, hambrienta de una sonrisa, hambrienta de un pan, hambrienta de amistad… dele usted de comer.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.