La "teoría del shock":un movimiento reptiliano del sistema que energiza a la Serpiente Antigua


Creada por el monetarista Milton Friedman, padre de los Chicago boys que introdujeron asangre y fuego el neoliberalismo en el cono sur en los años 70, dichadoctrina es la historia no oficial del libre mercado. Un programa deingeniería social y económica que la periodista canadiense Naomi Klein identifica como el capitalismo del desastre


Esta teoría sebasa en la aplicación de eventos violentos o traumáticos para infundir miedo,temor y pánico a los individuos, con el fin de debilitarlos y doblegarlos, y,en el contexto de la crisis, introducir impopulares medidas de choqueeconómico, que pueden llegar acompañadas de represión en un estado deexcepción.


Naomi Klein,convencida de esta dinámica masónica-illuminati, se puso en ruta visitando o viviendopor breves períodos en Argentina, Brasil, Sudáfrica, Chile, Bolivia, Irak, SriLanka, Tailandia, Líbano, Rusia y, huelga decirlo, EEUU. Desde esos países haenviado reportajes y en esos países ha entrevistado a economistas y aactivistas para periódicos como The Guardian, The Nation o el  New YorkTimes. Al propio tiempo, acumuló información sobre los cambios operados en elneoliberalismo tras el ataque al World Trade Center neoyorquino del 11 deseptiembre de 2001. Con el paso del tiempo fue madurando en ella la convicciónde que el capitalismo del siglo XXpresentaba robustos elementos de continuidad, pero también de discontinuidad,respecto a los elementos que la ensayística contemporánea llama los gloriosostreinta años, es decir, el período dedesarrollo económico y social que siguió a la II Guerra Mundial, que vio surgiren muchos países la presencia reguladora del estado en la economía y en la vidasocial.

La continuidad venía del Estado de Bienestar, en sus diversastraducciones nacionales, y de una relación de dominación de algunos paísesfuertes respecto de otros países «débiles», usados precisamente comolaboratorios de experimentación de políticas económicas desprejuiciadas que enel potente Norte habrían hallado no pocas resistencias por parte de las fuerzassindicales y políticas  del movimiento obrero y de otros movimientossociales. Lo difícil, en cambio, era perfilar las discontinuidades. Y sonprecisamente las discontinuidades las que centran la atención de NaomiKlein.

El resultado de todoesto es un libro que puede leerse como una contrahistoria del neoliberalismo contemporáneo.Su título, Skock doctrine [Ladoctrina del shock], introduce inmediatamente en la tesis del volumen: las crisis –económicas, sociales opolíticas—  y las catástrofes ambientales son usadas para introducir unasreformas neoliberales que han llevado a la demolición del Estado de Bienestar.

El libro “The Shock Doctrine”  Naomi Klein relata ladesgarradora historia de cómo las políticas de “libre mercadode los EstadosUnidos han llegado a dominar al mundo a través de la explotación de laspersonas y los países afectados por los desastres.

La teoría del shock es una técnica usada por la CIA y otrasagencias para hacer que prisioneros y multitudes de gente obedezcan sin condicionamiento alguno, despertando miedos y fobiaspara luego llegar a ser el gobierno protector que para evitar desastres quitalibertades con una falsa idea de seguridad.

La teoría del shock tienes su base en la manipulación que parte de la crisis, Ésta es una excusa perfecta para quela sociedad acepte de buena gana cambios que en otros momentos no aceptaríamos.De hecho este es el principal móvil que pudiera tener una clase dirigenteoculta para forzar una crisis y cargarse todas las prebendas del estado delbienestar.
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El libro parte su explicación desde el corazón de la Guerra Fría. En aquellosaños, el futuro premio Nóbel de economía MiltonFriedman empieza a urdir su tejido para construir una red intelectual deinvestigadores favorables al libre mercado. Es un economista brillante,pero sus propuestas a favor de lademolición de la intervención estatal en la sociedad y en la economía resultan demasiado»extremistas» en relación a lo que hacen las empresas y el gobiernode Washington. Con todo y con eso, su centro de investigación recibefinanciación de fundaciones privadas y del gobierno. Milton Friedman sostiene yaentonces que las crisis pueden usarse para una «terapia de shock» a favor del libre mercado.

Milton Friedman justifica aquella terapia dando base al valor de la crisis para el neoliberalismoal escribir en su conocido Capitalismo y Libertad”:

 «Sólo una crisis produce unauténtico cambio. En el momento en que sucede la crisis, las acciones que seemprenden dependen de las ideas que existen por ahí«. 


Milton Friedman se convierte así enel agit-prop del neoliberalismo, mientras que sus discípulos son enviados por el mundoentero en misión de proselitismo. Sus recetas acabarán convirtiéndose enprogramas de política económica en Chile, Paraguay, Argentina, Brasil,Guatemala, Venezuela. Hay un pequeño problema. Son programas aplicados con carros blindados en las calles y torturasistemática en las prisiones, mientras el número de desaparecidos llega a sertan alto, que ni siquiera los medios de comunicación estadounidenses puedenignorarlo.

El libro cuentala historia de los golpes de Estado y del uso sistemático de la violenciacontra los opositores políticos, y puede parecer un dejà vu dehistorias sabidas desde hace tiempo. Pero NaomiKlein lo presenta como la primera crisis del neoliberalismo.

Chile, Argentina y Paraguay sonlaboratorios en los que se enriquecen muchastransnacionales estadounidenses, a las que se les permite apropiarse de muchasmaterias primas y abrir nuevos mercados para sus productos. Una especie derenovada acumulación primitiva deslocalizada fuera de las fronteras nacionales.Por eso vale la pena financiar, deconsuno con Washington, el terrorismo de estado chileno, argentino, brasileño yparaguayo. Y es precisamente en ese período que la red intelectual tejida porFriedman se consolida y se extiende al mismo tiempo.

Naomi Klein reconstruye las carreraspolíticas, los vínculos de amistad, las relaciones de negocios de hombres –de DickCheney a Donald Rumsfeld, de John Ashcroft a Domingo Cavallo, de Michel Camdessus a Paul Bremen, a PaulWolfowitz y a la familia Bushque pasan de un consejo de administración dealguna transnacional a la dirección de un think thank neoliberal, de puestos deresponsabilidad en algún gobierno a los despachos del Banco Mundial o del FMI.

Naomi Klein esconsciente de que todo esto, en los EEUU, es historia sabida o desvelada sólopara una minoría de activistas o intelectuales radicales. De aquí su obra desistematización de las informaciones antes de entrar a contar la segunda ola neoliberal, que tiene, como la primera, un apóstol.

Este “enviado” en misiónreptiliana luciferina es otro economista, se llama Jefrey Sachs y quieredemostrar que el libre mercado, a diferencia de lo que pareció ser el caso enAmérica Latina, no es incompatible con la democracia. Es un auténtico «evangelistadel capitalismo democrático«, y ve en el desplome de la Unión Soviética y del socialismo real la mejoroportunidad para conciliar la democracia con las «leyes naturales»del mundo de los negocios.

Aconseja –y esescuchado— a la Polonia de Lech Walesa y a la Rusia de Boris Yeltsin unadesregulación radical de sus economías.

Su receta será unfracaso, pero en ese mismo momento su «terapia de shock«halla un valioso aliado en un FMI yadefinitivamente depurado de economistas vinculados todavía a las teorías de LordMaynard Keynes. La deuda será el arma vencedora empleada por losneoliberales, que concederán préstamos sólo a condición de que se desregularicecompletamente la economía. Es el llamado consensode Washington, son su corolario de «programas de ajuste estructural«.

Como en el pasado, las transnacionales se harán de oros,pero Sachs,lo mismo que los demás «evangelistas del libre mercado», sostiene quelo que ahora corresponde es que todas las actividades productivas y losservicios sociales gestionados por el estado sean puestos en almoneda, aun acosta de sacrificar centenares de miles  de puestos de trabajo sobre elaltar de la competitividad internacional. Lapobreza, no dejan de repetir, es un efecto colateral que sin embargoacabará siendo despejado por la mano invisible del mercado.


La «terapia de shock» senutre ya de estrategias de marketing, propaganda y falsificación de datos,tratando de demostrar que el mercadolibre es la única vía para escapar de la decadencia económica y de lapobreza masiva. Pero el consenso tiene que ser conquistado electoralmente,aun si eso puede llegar a ralentizar el ritmo de «reformas».

Para remover ese obstáculo hay una estrategia bien probada durante la»guerra de la deuda» enAmérica Latina: crear el pánico, paraluego presionar a fin de que se adopten «terapias» económicasneoliberales.

El Banco Mundial y el FMI se convierten entonces en institucionessupranacionales adaptadas al objetivo de limitar la soberanía popular y privara los gobiernos nacionales de cualquier autonomía decisional.

Los programas económicosson, pues, confeccionados en Washington, pero su aplicación in situ vienegarantizada por personal político «fiel a la línea«.

Nami Klein muestradocumentalmente cómo incluso las crisis asiáticas de los años noventa tuvieroncomo protagonistas al Banco Mundial y al FMI, que orquestaron a sabiendas lacrisis financiera a fin de demoler toda presencia estatal en la economía. Ycuando Tailandia, Filipinas, Malasia, Indochina y Corea del Sur capitularonfrente al FMI, un «Chicago boy» escribió unacolumna en el Financial Times parangonando la revolución del libre mercado enAsia con una «segunda caída del Muro de Berlín».

EnAmérica Latina la situación es distinta. Las dictaduras se desplomaronuna tras otra y subieron al poder muchas coaliciones de centroizquierda. Naomi Klein, afirma que es la era de la política woodoo, caracterizada por programas electoraleskeynesianos y sucesivas políticas económicas rígidamente neoliberales.


Naomi Klein irá pacientemente deshilvanando las artimañas de untrust de empresas cuyo negocio consiste en el vaciamiento del estado de todafunción, incluida la de la guerra. Es el nacimiento del «estado corporativista«, según lodefine la autora, en donde una restringida elite pasa de una empresa a cargos públicossin el menor respeto a las normas liberales contra el conflicto de intereses.El «capitalismo de los desastres» no puede sino seguirrenovando la inseguridad social. El 11de septiembre es, desde este punto devista, un maná para los neoliberales. La «guerra al terror» se convierte así en la retórica tras la queocultar la venta de la defensa nacional a las empresas privadas y el plenocontrol del petróleo.

Con la invasión de Afganistán y del Irak, el warfare, es decir, el uso de la guerra para relanzar laeconomía, se ha elevado a sistema, porque la guerra al terror es una guerratotal que no sólo implica al sector militar, sino a la sociedad entera.

La economía de la catástrofe.

Cuando Naomi Klein comienza aanalizar los efectos devastantes del huracán Katrina y del Tsunamidescubre que las catástrofes sonutilizadas por el FMI como misión creep, es decir, expansión indebida de unamisión, en este caso de la máquina pública. Los últimos baluartes delestado como garante de la convivencia social son sometidos a ataque. NuevaOrleáns se ha convertido en el laboratorio de esa ulterior privatización delestado. Análogamente, el Tsunami esutilizado para transformar algunas regiones o aun naciones (SriLanka, Tailandia y las Maldivas) enclubes de vacación para las elites globales.

El libro “Shock doctrinepretende ofrecer un mapa del «capitalismo de los desastres«. Es ciertamente un fresco de lareorganización del capitalismo tras el 11 de septiembre y empieza a identificarsus puntos de fuerza, las empresas líderes que están emergiendo, su vocaciónglobal. Pero también identifica sus puntos débiles. Es, pues, un mapa útil deleer, también para prepararse a resistir la próxima ola de terapia de shock quese alimentará con la próxima catástrofe ambiental y con la próxima etapa de laguerra preventiva.


Nosotros, los hijos del Altísimo y Verdadero Dios debemosestar muy atento a esta teoría y cotejarla con las promesas inspiradas por elEspíritu Santo en las Escrituras. Desde ellas entender que las grandes crisis pueden serextraordinariamente útiles. Constituyen una oportunidad irrepetible paraimponer medidas extremas.

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