¡Sígueme!

Habemos muchos que juzgamos al mismo Jesús cuando vemos personas imperfectas en las congregaciones y que disfrutan del hecho de ser salvos por Gracia… Es un legalismo creer que las iglesias deben estar llenas de personas perfectas. Es una utopía. Eso nunca sucede ni sucederá. Y creo que el problema es que muchos creemos que entrar a una iglesia nos hace santos. ¡Craso error! es como creer que porque entro a una panadería me convierto en pan… La santidad es un proceso. No es algo instantáneo al aceptar el Sacrificio de Cristo. Allí, en ese momento empieza una labor titánica del Espíritu Santo (si nos dejamos) para empezar lo que teológicamente se llama: Regeneración. O transformación. Claro, repito, siempre y cuando yo permita que el Poder del Señor penetre en mi corazón para empezar esa obra que durará todo el resto de mis días sobre la tierra. ¿Que me motiva a escribir este artículo? La polémica que se ha levantado entre mis lectores por las opiniones vertidas en las respuestas que han dado a mis escritos. Nunca, léanlo bien, nunca ha sido mi intención provocar desorden. Sería un mal mensajero de la Palabra si yo provocara intencionalmente todo ese lío que se ha formado y, como me escribió uno de los que opinan, debe terminar y respetar cada uno su posición. Pues bien, sigamos con el presente…
Esta palabra que inspira mi artículo de hoy, está basado en Mateo 9:9… Le parafrasearé la historia… es muy interesante y rica en figuras… espero le ayude a entender mejor a los cristianos de todos los tiempos… Prepárese entonces para sentir como  se le mueven sus conceptos evangélicos. Recuerde primero que el personaje central es Jesús. Es Él quien toma la batuta en esta fiesta. Mateo solo se deja llevar por sus impulsos e ideas de lo que le gustaría a Jesús a quien acaba de conocer y empezar a seguir… Comencemos…Se abre el telón…
Jesús pasa por la oficina de impuestos. Está llena de cobradores y también de gentes que necesitan pagar sus impuestos. El lenguaje que se escucha no es el más refinado que digamos. Solo imagínese las palabrotas que se escuchan en ese ambiente. Gente fumando, hablando chabacanerías, criticando al cobrador por inmoral, y por corrupto, ya que, después de llenar las arcas del estado, tiene el derecho de llenar sus bolsillos… y todo a costa del indefenso pueblo. La gente haciendo fila debe estar contando el último chiste sobre el César. Hay quienes gritan que se apuren a cobrar pues tienen que seguir su camino. Otros, malhumorados deben estar chiflando y diciendo linduras contra los encargados de tasar sus mercaderías… Y aparece Jesús. El Santo. El Perfecto. Dios hecho carne. Y aparece porque en esas mesas hay alguien que anda buscando para cambiarle no solo el rumbo sino también la vida. Así que pasa detrás del cobrador que tiene un brillo especial en sus ojos: se llama codicia. Tiene un lenguaje adecuado a su público: se llama blasfemador y maldiciente. Así que siente que Alguien le toca el hombro y le dice muy discretamente ¡Sígueme!. Dice su historia que inmediatamente se levantó, dejó los recibos, el dinero, aguantó la última maltratada y se fue siguiendo a Jesús. ¿De qué hablarían? ¿Qué tema le tocaría Jesús? ¿Qué le respondería Mateo? ¿Cómo le presentó Jesús su evangelio? No lo sé. Lo que sí sé es que terminaron por hacerse amigos y Mateo lo invitó a cenar en su casa esa misma noche…¡Agárrese! lo que viene es emocionante… ¿Quienes eran los otros invitados? Le dejo la cita de la Biblia: Y sucedió que estando El sentado a la mesa en la casa, he aquí, muchos recaudadores de impuestos y pecadores llegaron y se sentaron a la mesa con Jesús y sus discípulos. ¿Ya lo vio? ¿Quienes eran los otros invitados? ¡Los amigotes de Mateo! No eran santos. No eran perfectos. No eran ángeles. No. Eran hombres de barro. Duros. Mafiosos. Tramposos. Contadores de chistes baratos. Seguramente a alguien se le ocurrió llevar mariachis y tragos, usted sabe…Quizá a otro se le ocurrió llevar a su amante. Así que allí tenemos una iglesia típica. Y… ¿qué está haciendo Jesús? Mejor ni le digo lo que me imagino. ¿Y sus discípulos? Sin comentarios. Pero lo que sí le digo es que aquel cobrador corrupto, tres años y medio después está en proceso de cambio… al final cambió tanto, tanto, que se atrevió a escribir su hermosa historia. De paso le cuento que es el escritor que más amo y respeto, porque a causa de haberlo leído… acepté a Jesús como mi Señor y Salvador hace ya treintiseis años… Y aún no he dado la talla… sigo en el famoso proceso…

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