Pureza Sexual … SI LO PERMITES, DIOS UTILIZARÁ TU ABUSO SEXUAL

Saludos nuevamente a todos ustedes que defienden día a día su pureza sexual

Esforzaos por entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos tratarán de entrar y no podrán.  Lucas 13:24 

Durante nuestra vida, desde bien temprano, fuimos seres que entramos por puertas equivocadas o prohibidas.  Pero este entrar no siempre fue voluntario. En muchas ocasiones, nuestros años más tiernos reflejaron una historia donde fuimos manipulados, engañados, o empujados a la fuerza a través de puertas que destruyeron nuestra inocencia.

Y al repasar estos recuerdos que han quedado grabados en nuestra memoria por el resto de nuestra vida, podemos ver que quien nos tomó de la mano para cruzar estas puertas fue un familiar, un amigo cercano, una figura clave, en quien confiamos y quien violentó esa confianza.

Así, fuimos muchos de nosotros lanzados al ruedo de la lujuria sexual, donde se repitió el abuso de nuestras mentes y de nuestros cuerpos por la mismas personas que debieron habernos amado, protegido y respetado.  Sí, ayer fuimos víctimas inocentes del abuso sexual y del pecado nacido en el corazón de un adulto; ahora habíamos crecido y éramos sobrevivientes.  Sí, sobrevivientes de aquel pasado que nunca se borra, que nunca te abandona, que nunca deja de poner su huella indeleble en tu presente.

Muchos que no entienden la experiencia traumática del abuso nos dirán: “Pasa la página; olvida y sé libre de ese pasado que te hirió.”  Y aunque creemos fielmente en la restauración que nos ha regalado Jesucristo, pasar la página no es lo correcto, ni es lo que le hace honra a ese maravilloso Dios que sanó nuestras heridas.  Porque olvidar implica no recordar; implica no utilizar para bien ese pasado que intentó destruirnos, pero que fracasó en su intento, al encontrarse con un espíritu afianzado en Dios, que se negó a darse por vencido.

Ahora, nuestro pasado no es un lastre que nos agobia; es un arma de contraataque para la guerra; para rescatar a otros hombres y mujeres que también fueron heridos al cruzar la misma puerta de la manipulación y del engaño de quienes les abusaron. Así, aquel pasado que una vez nos apresó, ahora nos liberta cada vez más, a medida que lo usamos como arma de rescate para otras almas heridas.

Ahora, nuestro pasado de dolor, donde nos cuestionamos una y mil veces todos los “por qués” de nuestro abuso y dónde estaba Dios para protegernos, se convirtió en un testimonio para confirmar que sí le importamos a Dios, que Él saca bendiciones de los momentos difíciles y que Él sí se entristece con nosotros en nuestro dolor.

Por eso te digo que si eres uno de esos seres que fuiste empujado a cruzar la puerta de la lujuria sexual, Dios no quiere que lleves sobre tus espaldas una culpa que no te pertenece.  Sé libre de la culpa.  No caminaste voluntariamente por el umbral de esa puerta; no descartaste tu inocencia por descuido o falta de interés. Alguien te la robó y hoy Cristo te la devuelve, a medida que caminas el camino de pureza y restauración que Dios te ha preparado.

Ahora, te exhortamos a que te veas como un triunfador; como uno que sobrevivió el pecado y puede tomar en sus manos una pureza restaurada y puede defenderla con fuerzas renovadas.  Ahora puedes tomar responsabilidad de las puertas que cruzas y puedes decidir, con la sabiduría del cielo, qué puertas te convienen y que puertas debes evitar.  Y ante esta encrucijada de decisiones, las palabras de Jesús nos sirven de faro luminoso para enfrentar las incertidumbres de estos tiempos tempestuosos.

Esfuérzate por cruzar la puerta estrecha.  Porque la puerta ancha del pecado sexual sólo nos ha llevado a la pérdida de nuestra identidad como hijos de Dios.  La puerta ancha te ofrece comodidad, gusto, popularidad, placer, menos trabajo y menos dolor.  Pero no te engañes.  Al final del camino, cuando esta vida terrenal se extinga, la puerta ancha sólo te dará –para la eternidad– todo lo contrario a lo que ahora te promete.

Y aunque por esta temporada de nuestra vida aquí, el cruzar la puerta estrecha sea difícil e incomodo, bien valdrá la pena este breve costo cuando te veas cruzando el umbral de tu mansión  celestial.  Recuerda:  Aunque hayas tenido un pasado donde se te forzó a cruzar la puerta ancha del pecado, hoy tú puedes decidir caminar en otra dirección.  Camina libremente hacia la puerta estrecha de la pureza y crúzala.  Porque aunque muchos han intentado cruzarla y fracasaron, Dios te cuenta entre los que sí quieren y pueden.

Sólo necesitas tomar la mano de tu Salvador y rendirte ante el poder de su gracia sanadora.  No lo dudes.  Él no te soltará.  Él no te engañará.  Él sabrá dónde llevarte.  Y aunque la puerta sea estrecha, el gozo de cruzarla no tiene medida y te acompañará siempre.  Ven y entra; la puerta estrecha te aguarda.   ¡Ven y entra en la presencia y en el gozo infinito de tu Señor!

Un abrazo,

Edwin Bello

Fundador

Pureza Sexual…  ¡Riega  la  Voz!

PD: Escucha el audio testimonio de Edwin Bello de cómo pudo vencer a la lujuria sexual.  Presiona pureza sexual para acceder.

Te invitamos a apoyar nuestro Ministerio mediante la compra de nuestro libro electrónico

Quitando la Máscara de la Lujuria Sexual…”

¡A la venta ya en Amazon.com!  Haz click aquí o en el título del libro.



Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.