Celo por Dios

«…y tendrá el, y su descendencia después de él, el pacto del sacerdocio perpetuo, por cuanto tuvo celo por su Dios e hizo expiación por los hijos de Israel» Números 25:13

En este relato se nos dice que el pueblo de Israel comenzó a fornicar con las hijas de Moab, lo cual desató la ira de Dios.

 «Y he aquí un varón de los hijos de Israel vino y trajo una madianita a sus hermanos , a ojos de Moisés y de toda la congregación de los hijos de Israel, mientras lloraban ellos a la puerta del tabernáculo de reunión» Números 25:6

Acá vemos un pueblo que vio la maldad de un hombre y al comprender el daño que estaba causando ese pecado lloraban a la puerta del tabernáculo ¿Cuántas veces hemos visto el pecado hemos llorado en la entrada del tabernáculo? ¿Cuántas veces hemos comprendido el daño que hace el pecado al cuerpo de Cristo de manera que lloramos ante la maldad?

«Y lo vio Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, y se levantó de en medio de la congregación, y tomó una lanza en su mano; y fue tras el varón de Israel a la tienda, y los alanceó a ambos» Números 25:7-8a

Mientras el pueblo lloraba en la puerta, de impotencia, de tristeza, un hombre se levantó y con una lanza asesinó a los que hacían el mal en presencia de Dios ¡Que tremendo!

Este pasaje me enseña acerca de una virtud que, para ser honesto, no había tomado en cuenta: celo por Dios.

No puedo ver el mal y actuar pasivamente, tengo que actuar, tengo que tener celo por Dios, no puedo aceptar palabras, gestos y/o acciones que vayan en contra de la palabra de Dios.

¡Tengamos celo por Dios!


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