A Dios le gustan las buenas ofrendas

(Génesis 4)

“Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya” Génesis 4:4b-5ª

¿Por qué Dios prefirió la ofrenda de Abel a la de Caín? Según el pasaje cada uno trajo como ofrenda el fruto de su trabajo, ¿Qué tenía de especial la ofrenda de Abel para que a Dios le agradara más que la de su hermano?

“Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová, y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas” Génesis 4:4-5

La biblia nos dice que ambos hermanos llevaron una ofrenda a Dios pero mientras Caín llevo una ofrenda “rutinaria”, “común”, “sencilla” del fruto de la tierra, el pasaje aclara que Abel llevó lo mejor que tenía para Dios.

Aquí aprendo que a Dios le gustan las buenas ofrendas: no quiere que le demos algo, quiere que le demos lo mejor. Estoy seguro que si Caín hubiese llevado los mejores frutos su ofrenda habría sido grata ante los ojos de Dios.

Así que siempre que le vaya a dar algo a Dios, sea dinero, sea mi tiempo, mi hogar, mis sueño; debo pensarlo bien y contestar algunas preguntas ¿estoy dando algo o estoy dando lo mejor? ¿soy como Caín o como Abel? Aun màs importante: ¿quiero agradar a Dios con mi ofrenda o lo hago para obtener recompensa? ¿Lo hago por obligación o por agradecimiento? ¿Cuál es la intención de mi corazón?

Pero hay algo más que me sorprende en este pasaje…

Caín asesinó a Abel por envidia, entonces Dios castiga a Caín maldiciéndolo: “cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra” Génesis 14:12

En ese momento, Caín teme por su vida creyendo que al ser un extranjero en la tierra cualquiera podría asesinarlo; es ahí cuando Dios hace algo por el primer asesino de la humanidad:

“Entonces Dios puso señal en Caín, para que no lo matase cualquiera que le hallara” Génesis 4:16

Esto me enseña que el Dios todopoderoso, creador del cielo y la tierra, extiende su gracia y misericordia aún a los culpables, aún a los que no la merecen, aun a mi.

¡Gracias Dios por tu gracia!


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