GÉNESIS ESTUDIO 58. JACOB 1

JACOB ENGAÑA A ESAÚ

GÉNESIS ESTUDIO 27
Isaac estaba ya muy viejo, y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo:
—¡Hijo mío!
—Dime, padre —contestó Esaú.
—Ya ves que estoy muy viejo —dijo Isaac—, y un día de éstos me puedo morir. Por eso quiero que vayas al monte con tu arco y tus flechas para cazar algún animal. Prepara luego un guisado sabroso, como a mí me gusta, y tráelo para que yo lo coma. Entonces te daré mi bendición antes de morir.
Pero Rebeca estaba oyendo lo que Isaac le decía a Esaú. Por eso, en cuanto éste se fue al monte a cazar algo para su padre,ella dijo a Jacob, su hijo menor:
—Mira, oí que tu padre estaba hablando con tu hermano Esaú, y que le decía: “Caza algún animal, prepara un guisado sabroso para que yo lo coma, y te daré mi bendición delante del Señor antes de morir.” Así que, hijo mío, escucha bien lo que te voy a decir: Ve a donde está el rebaño, y tráeme dos de los mejores cabritos; voy a prepararle a tu padre un guisado sabroso, como a él le gusta. 10 Tú se lo vas a llevar para que lo coma, y así te dará a ti su bendición antes de morir.
11 Pero Jacob le dijo a su madre:
—Mi hermano tiene mucho pelo en el cuerpo, y yo no. 12 Si mi padre llega a tocarme y me reconoce, va a pensar que me estoy burlando de él; entonces haré que me maldiga en lugar de que me bendiga.
13 Pero su madre le contestó:
—Hijo mío, que esa maldición recaiga sobre mí. Tú haz lo que te digo y tráeme esos cabritos.
14 Jacob fue por los cabritos y se los trajo a su madre. Ella preparó entonces un guisado sabroso, como a Isaac le gustaba, 15 sacó la mejor ropa de Esaú, su hijo mayor, que estaba guardada en la casa, y se la puso a Jacob, su hijo menor. 16 Luego, con la piel de los cabritos, le cubrió a Jacob los brazos y la parte del cuello donde no tenía pelo, 17 y le dio el guisado y el pan que había preparado.
18 Entonces Jacob entró donde estaba su padre, y le dijo:
—¡Padre!
—Aquí estoy. ¿Cuál de mis hijos eres tú? —preguntó Isaac.
19 —Soy Esaú, tu hijo mayor —contestó Jacob—. Ya hice lo que me dijiste. Levántate, por favor; siéntate y come del animal que he cazado, y dame tu bendición.
20 Entonces Isaac le preguntó:
—¿Cómo pudiste encontrarlo tan pronto, hijo mío?
—El Señor tu Dios me ayudó a encontrarlo —respondió Jacob.
21 Pero Isaac le dijo:
—Acércate y déjame tocarte, a ver si de veras eres mi hijo Esaú.
22 Jacob se acercó para que su padre lo tocara. Entonces Isaac dijo: «La voz es la de Jacob, pero los brazos son los de Esaú.»23 Así que no lo reconoció, porque sus brazos tenían mucho pelo, como los de su hermano Esaú. Pero cuando iba a darle su bendición, 24 volvió a preguntarle:
—¿De veras eres mi hijo Esaú?
—Sí, yo soy Esaú —respondió Jacob.
25 Entonces su padre le dijo:
—Sírveme, hijo mío, para que coma yo de lo que cazaste, y entonces te daré mi bendición.
Jacob le sirvió de comer a su padre, y también le trajo vino. Isaac comió y bebió, 26 y luego le dijo:
—Acércate, hijo, y dame un beso.
27 Cuando Jacob se acercó para besarlo, Isaac le olió la ropa. Entonces lo bendijo con estas palabras:
«Sí, este olor es de mi hijo.
Es como el olor de un campo
bendecido por el Señor.
28 Que Dios te dé la lluvia del cielo,
las mejores cosechas de la tierra,
mucho trigo y mucho vino.
29 Que mucha gente te sirva;
que las naciones se arrodillen delante de ti.
Gobierna a tus propios hermanos;
¡que se arrodillen delante de ti!
Los que te maldigan serán malditos,
y los que te bendigan serán benditos.»
30 Había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y apenas salía Jacob de donde estaba su padre, cuando Esaú regresó de cazar.31 También él preparó un guisado sabroso, se lo llevó a su padre, y le dijo:
—Levántate, padre; come del animal que tu hijo ha cazado, y dame tu bendición.
32 Entonces Isaac le preguntó:
—¿Quién eres tú?
—Soy Esaú, tu hijo mayor —contestó.
33 Isaac se quedó muy sorprendido, y con voz temblorosa dijo:
—Entonces, ¿quién es el que fue a cazar y me trajo el guisado? Yo me lo comí todo antes de que tú llegaras, y le di mi bendición, y ahora él ha quedado bendecido.
34 Cuando Esaú oyó lo que su padre decía, se puso a llorar amargamente, y gritó:
—¡Dame también a mí tu bendición, padre mío!
35 Pero Isaac le contestó:
—Ya vino tu hermano, y me engañó, y se llevó la bendición que era para ti.
36 —¡Con razón le pusieron por nombre Jacob! —dijo Esaú—. ¡Ya van dos veces que me hace trampa! Primero me quitó mis derechos de hijo mayor, y ahora me ha quitado la bendición que me tocaba. ¿No has guardado ninguna otra bendición para mí?
37 Entonces Isaac le contestó:
—Mira, yo le he dado a Jacob autoridad sobre ti; le he dado por siervos a todos sus parientes, y le he deseado que tenga mucho trigo y mucho vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío?
38 Esaú insistió:
—¿No puedes dar más que una sola bendición, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!
Y volvió a llorar a gritos.
39 Entonces Isaac le dijo:
«Vivirás lejos de las tierras fértiles
y de la lluvia que cae del cielo.
40 Tendrás que defenderte con tu espada
y serás siervo de tu hermano;
pero cuando te hagas fuerte,
te librarás de él.»

Jacob huye de Esaú

41 Desde entonces Esaú odió a Jacob por la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya pronto vamos a estar de luto por la muerte de mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.»
42 Cuando Rebeca supo lo que Esaú estaba planeando, mandó llamar a Jacob y le dijo:
—Mira, tu hermano Esaú quiere matarte para vengarse de ti. 43 Por eso, hijo, escúchame; huye en seguida a Harán, a casa de mi hermano Labán. 44 Quédate con él por algún tiempo, hasta que se le pase el enojo a tu hermano 45 y olvide lo que le has hecho. Entonces te mandaré avisar para que vuelvas. ¡No quiero perder a mis dos hijos en un solo día!
46 Luego Rebeca le dijo a Isaac:
—Estoy cansada de la vida por culpa de estas hititas con las que Esaú se casó. Si Jacob se casa con una hitita como estas, de las que viven aquí en Canaán, vale más que me muera

Con este capítulo se inicia otros de los grandes ciclos patriarcales, el de Jacob, el cual es bastante más extenso que el de su padre, lo cual nos da información acerca de la importancia que el personaje tiene en la historia de la salvación.
Como sucede, a menudo, con los personajes bíblicos, Jacob es presentado de una forma cruda y real. Ya vimos en el pasado cómo supo manipular los impulsos de su hermano, incapaz de controlarse y de conducta compulsiva, para quitarle el derecho de primogenitura. En este pasaje, en colaboración con su madre -lo que nos muestra claramente que nos encontramos ante una familia del todo disfuncional- no tiene inconveniente en activamente unirse a ella en una operación que afectará a su padre -que será manipulado y engañado para bendecir falsamente- y también a su hermano -que injustamente se verá privado de su derecho a ser bendecido-
Creo que hay dos enseñanzas simples de este pasaje. La primera, es que Dios siempre ha usado gente vulgar, pecadora y sin excesivo brillo moral como es el caso de Jacob. El Señor los usa a pesar de, y raramente, debido a. Eso si, la invitación de Dios es unirse a Él en proceso que nos cambia y transforma. La segunda, que es la parte negativa del pasaje, es que el fin nunca  justifica los medios y que no podemos conseguir cualquier cosa a cualquier precio. Siempre tiene que haber una consonancia moral con lo qué  perseguimos y cómo lo perseguimos.

UN PRINCIPIO
EL FIN Y LOS MEDIOS DEBEN DE IR SIEMPRE ACOMPASADOS

UNA PREGUNTA
AL MIRAR A TU VIDA ¿CÓMO SE ACOMPASAN FINES Y MEDIOS?

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