La victoria no depende de los métodos, ¡depende de Dios!

«Pero Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tus manos a Jericó y a su rey, junto con sus hombres de guerra. Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, dando una vez la vuelta alrededor de la ciudad. Esto haréis durante seis días. Siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del Arca. El séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. Cuando el cuerno de carnero dé un toque prolongado, tan pronto oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará con fuerza, y el muro de la ciudad caerá. Entonces la asaltará el pueblo, cada uno derecho hacia delante» Josué 6 1:5

¿No nos parece extraño la forma con la que Israel conquistó Jericó? ¿Una vuelta en silencio alrededor de la ciudad cada día durante seis días? ¿Siete vueltas el séptimo día? ¿Al final de los siete días gritar con fuerza? Sin duda alguna esta ha sido una de las batallas más extrañas de la historia. Y yo me pregunto ¿Por qué Dios lo hizo así?

Por supuesto, nunca me atrevería (ni nunca podría) a pensar que puedo comprender las razones que llevan a Dios a actuar cómo lo hace, pero a lo largo de estas reflexiones he aprendido mucho acerca del carácter de Dios, lo suficiente cómo para llegar a algunas conclusiones acerca de esta conquista:

1) Dios le da protagonismo al hombre: a lo largo de la biblia encontramos intervenciones divinas que inclinan la balanza de una batalla o una guerra hacia un lado, usando para ello métodos que incluían la intervención humana por ejemplo, en la batalla contra Amalec, al Moisés subir las manos, el pueblo hebreo vencía (Éxodo 17:8-16), también al cruzar el mar rojo, éste se dividió en dos luego de que Moisés alzara su vara sobre las aguas (Éxodo 14:21). Esto me hace pensar que Dios, en su infinita misericordia y gracia, permite que el hombre sea un instrumento para su gloria.

1) La victoria no depende de los métodos, ¡depende de Dios!: Otro punto importante de este pasaje es que muchas veces nos enfocamos en los métodos de Dios y no en el Dios que hace la obra ¡estoy seguro que si hacemos el mismo procedimiento que hizo el pueblo hebreo, ningún edificio de nuestras ciudades se derrumbaría! Y entiendo que Dios cambia la forma de hacer las cosas a propósito porque de esta manera nos muestra que no depende de nuestros métodos, sino de lo que él nos indique. Y esto me lleva a una tercera conclusión.

3) Dios prueba nuestra obediencia: una vez más, cómo hemos observado desde el principio de la creación, cómo vimos en la vida de Adán y Eva, en la de Noé, en la vida de Abraham, Isaac y Jacob, en José, a lo largo del éxodo, cómo vimos en las leyes, los estatutos y mandamientos dados en Levítico, cómo vimos en Deuteronomio, y como sospecho que veremos a lo largo de la biblia: ¡Dios prueba la obediencia del hombre!

Muchas veces Dios nos pedirá que hagamos cosas extrañas, diferentes, incluso incómodas, con el propósito máximo de ser obedientes a su palabra.

Y es que desde el principio de los tiempos eso es lo que Dios busca del hombre, obediencia.

Y yo me pregunto ¿Soy obediente a mi Dios? ¿Soy fiel a su palabra?


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