Cuando huir es de valientes

Según Wikipedia, los Kaibiles (en singular Kaibil) son soldados de élite del ejército de Guatemala preparados para llevar a cabo operaciones especiales. Desde 1975 se han graduado más de 1,250 Kaibiles en el curso Kaibil internacional con una duración de 8 semanas. Kaibil es un vocablo de lengua mam que significa “aquel que tiene la fuerza y la astucia de dos tigres”. Tienen como lema el del líder Vendeeano Henri de La Rochejaquelein: “Si avanzo, sígueme; si me detengo, aprémiame; si retrocedo, mátame”.

Huir no es de valientes. De hecho el lema del Kaibil termina diciendo: “Si retrocedo, mátame”. Los cristianos somos valientes y siempre seguimos adelante. Existe una sola situación en la que la valentía consiste en huir y no en permanecer o avanzar y esta situación se da sólo ante la tentación.

La tentación es una seducción ante el mal. Presenta el sabor más amargo que existe como algo mucho más dulce que la miel. Disfraza la oscuridad de luz. Guía al pensamiento hacia los beneficios y nubla el mismo de las consecuencias. El rey Saúl cedió ante la tentación del orgullo y el primer rey de Israel fue desechado por Dios. En su lugar puso a David, un hombre conforme a su corazón. El rey David también cedió ante la tentación de los placeres sexuales, cuando vio desde la terraza del palacio a Betsabé bañándose, la mando a llamar, se acostó con ella y quedó embarazada. Envió a llamar a Urías el esposo, quien estaba en la guerra y al llegar no durmió con su esposa. ¿Cómo dormiría con ella un gran guerrero mientras sus compañeros daban la vida en la guerra? David viendo que no había salida, envía a Urías de nuevo a la guerra con una carta en su mano, su carta de muerte. En ella David pide a los oficiales que lo pongan al frente de la batalla y que lo dejen solo. Y este hombre muere.

Huir de la tentación es de valientes. ¿Quiere vivir en santidad y honrar a su Señor? Aléjese de personas, lugares, cosas y pensamientos que lo seduzcan hacia el mal. Y a partir de hoy viva como un miembro del ejército de Dios, que obedece a su superior. Y cuando la tentación se le presente y quiera dominar sus pensamientos, huya a la victoria.

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