![](https://t1.gstatic.com/images?q=tbn:yyYhPA0uV52xqM:http://www.cincodias.com/recorte.php/20080918cdscdiemp_1/XLCOP635/Ies/crisis_financiera_salta_Europa_precipita_fusiones_bancarias.jpg)
![](https://t1.gstatic.com/images?q=tbn:dgUJ5lEXOTsWzM:http://www.almamagazine.com/images/biblioteca/notas/el_mundo/economia/codicia/walstreet_05.jpg)
Luis García Miró ElgueraEl mundo aún no se repone del colapso financiero declarado formalmente en setiembre de 2008. Empecemos por EE UU. Pese a haber inyectado más de tres millones de millones de dólares (ojo con la cifra) para reactivar su economía estancada –generando un déficit fiscal de pronóstico reservado que lo financia en base a la venta masiva de bonos a China, el riesgoso mega acreedor del Tío Sam y a la vez su principal exportador, con lo cual Norteamérica seguirá haciendo crecer a China a expensas de su propio decaimiento productivo– Washington todavía exhibe una tasa de desempleo muy elevada, y su moneda continúa siendo frágil.
El repago de esta trillonaria emisión inorgánica de papel moneda –USA no cuenta una probada capacidad de generar dinero para cancelarla– implica obligar a varias generaciones de estadounidenses a que su trabajo sirva para cancelar esta deuda fruto de la irresponsabilidad de un angurriento Wall Street y la desaprensión de unas torpes reguladoras del Estado. De manera, señores, que las finanzas norteamericanas no están saneadas ni mucho menos. Sigue intacto todo el caos que empezó con la caída libre del Dow Jones tras la quiebra de Lehman Brothers, y continuara con la estatización –sí, estatización en el reino del capitalismo– de iconos como AIG, Citibank, Freddie Mac, General Motors, etc. Porque ese caos ha sido cubierto sólo con “hot air”; o sea, con dinero virtual que el Tío Sam ha fabricado alrededor de la magia de emitir bonos para que los jerarcas chinos y los emires árabes los compren con las inagotables reservas de dinero que mueven. De modo que hoy por hoy, los verdaderos dueños de la economía mundial son esos especuladores del Oriente y el Medio Oriente que harán del mundo lo que se les antoje.
Europa tiene su propio cuento. Si bien la crisis norteamericana que arrancó hace veinte meses remeció al Viejo Mundo, sin embargo éste guardó un discreto silencio en vano esfuerzo por no transpirar sus serísimas dificultades. Pero la economía es implacable y pasa factura. Irlanda y Grecia fueron las primeras víctimas. La más grave, la tragedia griega. En muy pocos meses Atenas pasó de la Acrópolis a la Necrópolis. Hoy necesita más de 130 mil millones de euros para salir del caos. Caos que estuvo a punto de llevar a la quiebra a más de la mitad de bancos privados europeos que habían prestado esa cantidad, pues hasta hace tres días todo indicaba que Grecia iba a entrar en default. La crisis griega saltó a otros continentes. Argentina, por ejemplo, no pudo emitir los bonos que había negociado –y en la práctica colocado– porque los agentes económicos pusieron luz roja a toda operación financiera por temor a que el efecto ateniense arrastre a Portugal, España, Italia y se extienda al resto de la Tierra.
Pero la septicemia europea ha sido contenida con una brutal inyección de 943 mil millones de euros: 430 mil millones por cuenta de la Eurozona –¿cómo?, emitiendo bonos exactamente igual que EE UU; es decir flujo inorgánico para que la deuda la paguen los tataranietos-, y 310 mil millones del Fondo Monetario Internacional, o sea la simpática cortesía de todos los países del planeta, incluido nosotros. Gracias a esta operación –anunciada hace dos días– ayer lunes las bolsas internacionales rebotaron automáticamente para satisfacción de los grandes apostadores-especuladores bursátiles. Sin embargo, en forma temeraria la mayoría de la gente sigue sin comprender que la economía mundial está basada en la simple expectativa que EE UU y Europa puedan honrar ese grosero festín inorgánico de trillones de dólares y euros que han emitido a sola firma. En consecuencia, la crisis mundial sigue tan latente como antes.
Deja una respuesta