Confiar solamente en Dios.

El Señor está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre… Mejor es confiar en el Señor que confiar en el hombre. Mejor es confiar en el Señor que confiar en príncipes.Salmo 118:6-9.

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Resistamos a la tentación de buscar apoyo en los hombres. En nuestra actividad profesional podemos contar con la simpatía y la confianza de nuestro jefe o de un compañero de trabajo importante, y podríamos pensar que constituyen una seguridad para nosotros. Entonces nuestra confianza en Dios flaquea y la reemplazamos por la confianza en el hombre.

También podemos apoyarnos en la organización de la sociedad a la cual pertenecemos y en los sistemas de seguros para cubrir los riesgos. ¿Quién de nosotros no está contento si puede beneficiarse del bienestar que da el seguro para la salud, la jubilación, los subsidios de desempleo y otras comodidades similares? Pero para nosotros sería una trampa confiar en estos mecanismos humanos, incluso si Dios nos los concede. Nuestra fe debe contar primeramente con Dios.

Hay países que gozan de cierta estabilidad política y de una libertad religiosa casi completa. ¡Pero no nos apoyemos en la constancia de esta situación, pues las cosas pueden cambiar repentinamente! Seamos conscientes de la fragilidad de nuestro entorno. Que esto nos lleve a ser agradecidos y a confiar únicamente en Dios, pues él es quien permite que pasemos por tiempos tranquilos. “En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación” (Salmo 62:1). ¡Esto es lo esencial: la certeza de la salvación eterna del alma!


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