HEBREOS ESTUDIO 6. JESÚS SUPERIOR A MOISÉS Y JOSUÉ 2

EL PELIGRO DEL CORAZÓN INCRÉDULO

GÁLATAS 3:7-19

Por eso el Espíritu Santo dice:
«Cuando oigan hoy su voz,

 

no endurezcan el corazón

como lo hicieron los israelitas cuando se rebelaron,

    aquel día que me pusieron a prueba en el desierto.

Allí sus antepasados me tentaron y pusieron a prueba mi paciencia

    a pesar de haber visto mis milagros durante cuarenta años.

10 

Por eso, me enojé con ellos y dije:

“Su corazón siempre se aleja de mí.

    Rehúsan hacer lo que les digo”.

11 

Así que en mi enojo juré:

    “Ellos nunca entrarán en mi lugar de descanso”»[e].

12 Por lo tanto, amados hermanos, ¡cuidado! Asegúrense de que ninguno de ustedes tenga un corazón maligno e incrédulo que los aleje del Dios vivo. 13 Adviértanse unos a otros todos los días mientras dure ese «hoy», para que ninguno sea engañado por el pecado y se endurezca contra Dios. 14 Pues, si somos fieles hasta el fin, confiando en Dios con la misma firmeza que teníamos al principio, cuando creímos en él, entonces tendremos parte en todo lo que le pertenece a Cristo. 15 Recuerden lo que dice:
«Cuando oigan hoy su voz,

    no endurezcan el corazón

    como hicieron los israelitas cuando se rebelaron»[f].

16 ¿Y quiénes fueron los que se rebelaron contra Dios a pesar de haber oído su voz? ¿No fue acaso el pueblo que salió de Egipto guiado por Moisés? 17 ¿Y quiénes hicieron enojar a Dios durante cuarenta años? ¿Acaso no fueron los que pecaron, cuyos cadáveres quedaron tirados en el desierto? 18 ¿Y a quiénes hablaba Dios cuando juró que jamás entrarían en su descanso? ¿Acaso no fue a los que lo desobedecieron? 19 Como vemos, ellos no pudieron entrar en el descanso de Dios a causa de su incredulidad.

Este es un nuevo pasaje de advertencia que utiliza al pueblo de Israel como ejemplo de hasta donde puede llevarnos el endurecer nuestro corazón a la voz de Dios.
Hay dos peligros que están relacionados. El primero, es que nuestro corazón se endurezca, es decir, que ya pierda la capacidad de responder al llamado o los estímulos del Señor cuando desea que cambiemos o incorporemos algo en nuestras vidas. De tanto decirle que no a Dios podemos llegar a una situación en que ya nos sea indiferente todo lo que nos diga y hayamos perdido la capacidad de discernir su voz y ser sensibles a ella.
El segundo es la seducción del pecado. Es sabido, y todos lo hemos experimentado, el gran atractivo que tiene el pecado. Si no fuera así, ninguno de nosotros pecaríamos pero…. lamentablemente, aunque su fruto sea muerte (en el sentido más amplio del término) lo cierto es que, como dice el anónimo escritor de esta carta, el pecado tiene un gran poder seductivo que puede llegar a endurecer nuestras conciencias, es decir, que llegue un momento, como sucedió con el corazón, que ya no respondamos a sus estímulos.
El autor pone como ejemplo a evitar al pueblo de Israel y su actitud enconada de rechazar la voz del Señor una y otra vez y la consiguiente dureza que desarrollo su corazón.
Se nos propone un antídoto, un buen compañerismo cristiano. Gente a nuestro alrededor que nos diga aquello que precisamos oír, nos confronte con el peligro de la seducción, cuide de nosotros y a quien podamos rendir cuentas.
UN PRINCIPIO
UN CORAZÓN Y UNA CONCIENCIA ENDURECIDA PIERDEN LA CAPACIDAD DE RESPONDER A LAS DEMANDAS DE DIOS
UNA PREGUNTA
¿EN QUÉ ÁREAS O ASPECTOS ESTOY SIENDO SEDUCIDO POR EL PECADO?

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.