No le temas al fracaso

Cuando Adán pecó, él trató de esconderse de Dios. Cuando Pedro negó a Cristo, él tenía temor de estar frente a Jesús  nuevamente. Cuando Jonás rehusó predicar en Nínive, su temor lo impulsó hacia el océano, para irse de la presencia del Señor.
Algo mucho  peor que el fracaso, es el temor que viene con él. Adán, Jonás y Pedro se alejaron de Dios, no porque habían perdido su amor por él, sino porque estaban con temor, pensaban  que él Señor estaba  demasiado enojado con ellos como para entender la difícil situación de cada uno de ellos en particular.
El acusador de los hermanos espera como un buitre, a que usted y yo fallemos de alguna manera. Entonces él usa cada mentira del infierno para hacernos desistir, para convencerlo que Dios es muy santo, o que usted es muy pecador como para regresar a sus caminos. O él le hace temer que usted no es lo suficiente perfecto y que usted nunca podrá superar su falla.
Tomó cuarenta años quitarle el temor a Moisés y hacerlo apto para ser usado en el programa de Dios. Si Moisés o Jacob o David se hubiesen resignado a haber fallado, tal vez nunca más hubiésemos escuchado de ellos. Pero Moisés se levantó y continuó, llegando a ser uno de los héroes más grandes de Dios.
Jacob confrontó sus pecados, se reunió con el  hermano al que había engañado, y alcanzó nuevas alturas de victoria.                                                                                                                      David corrió a la casa de Dios, encontró perdón y paz, y retornó a su mejor etapa.
Jonás volvió sobre sus pasos, hizo lo que se había rehusado a hacer, y llevó a toda una ciudad al arrepentimiento.                                                                    
Pedro se levantó de las cenizas de su negación para liderar una iglesia en Pentecostés.
Por mucho tiempo estuve muy angustiado  pensando que yo era un terrible fracaso.  Me habían echo creer que ya no podría levantarme nunca mas, que ya no podría obedecer a Dios,que ya no podría ser de ayuda y mucho menos de bendición para otros, me parecía que todo había terminado en un horrible fracaso.
Me estremezco de pensar cuanta bendición me hubiese perdido si me hubiese rendido en esa hora oscura. Cuán contento estoy hoy día de que Dios me enseñó a encarar mi fracaso y seguir hacia el siguiente paso que él tiene preparado para mí.
Fallaste?… levántate….sacúdete el polvo de tu pecado y toma tu lugar pues Cristo nunca se olvidó de ti y te está esperando para hacer de ti una vasija mejor que lo que eras antes de caer y fallarle.Dios te bendiga mucho


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