24 Los discípulos tuvieron una discusión sobre cuál de ellos debía ser considerado el más importante. 25 Jesús les dijo: «Entre los paganos, los reyes gobiernan con tiranía a sus súbditos, y a los jefes se les da el título de benefactores. 26 Pero ustedes no deben ser así. Al contrario, el más importante entre ustedes tiene que hacerse como el más joven, y el que manda tiene que hacerse como el que sirve
El capítulo 22 del evangelio de Lucas narra una discusión acerca de la jerarquía y la importancia dentro del grupo. No deja de ser curioso que la misma tiene lugar en el contexto de la institución de la comunión, símbolo de entrega y sacrificio, antes del lavamiento de los pies ¿o tal vez inmediatamente después? y unas horas antes que Jesús entregara su vida en rescata de la de todos nosotros.
Jesús, para contestarles, usa el ejemplo de un reino y como en el mismo se le atribuye importancia y jerarquía a las personas. Pienso en mi propio país donde todavía existe una nobleza hereditaria que consiguió ese estatus y categoría debido a hechos de armas o por el servicio a la corona.
Jesús nos sorprende diciendo que entre nosotros las cosas no deben ser como la lógica de esta sociedad marca o es de prever. Según el Maestro la nobleza del Reino de los cielos se obtiene en base al servicio, de tal manera que aquellos que más sirven son los que tienen mayor estatus y son mejor considerados en el Reino.
Por tanto, la nobleza a los ojos de Dios, o la importancia si lo deseas decir de otro modo, no viene marcada ni por el conocimiento bíblico, ni por la acumulación de años de asistencia a cultos, servicios y actividades religiosas, ni siquiera por ocupar lugares de liderazgo en instituciones cristianas. Viene, según indica el propio Jesús, marcada por tu servicio.
Tu grandeza no puede ir más allá que tu servicio como agente de restauración y constructor del Reino ¿Cuán grande, pues, eres?
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