Mateo capitulo 9





Bendiciones hermanos.

Continuamos con la lectura del libro de Mateo, hoy con el capitulo 7 que trata siete temas de mucha enseñanza como, Jesús sana a un paralítico,llamamiento de Mateo, la pregunta sobre el ayuno, la hija de Jairo, y la mujer con flujo de sangre, Dos ciegos reciben la vista, un mudo habla y La mies es mucha.

Padre nuestro gracias por tu inmenso amor hacia nosotros, por Cristo y su resurrección, te alabamos y te doramos, te pedimos especialmente que nos guíes en la lectura del día, para que tu palabra guie nuestras vidas por el camino que nos lleva a ti. Ponemos en tus manos este foro por el cual llevamos tu palabra por mundo, cúbrenos de todo mal en santísimo nombre que es por sobre todo nombre el nombre de Jesús amen.


Mateo
Capítulo 09

Jesús sana a un paralítico
(Mc 2.1-12; Lc 5.17-26)


9:1 Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad.


9:2 Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.


9:3 Entonces algunos de los escribas decían dentro de sí: Este blasfema.


9:4 Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?


9:5 Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda?


9:6 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa.


9:7 Entonces él se levantó y se fue a su casa.


9:8 Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres.


Llamamiento de Mateo

(Mc 2.13-17; Lc 5.27-32)



9:9 Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió.


9:10 Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos.


9:11 Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores?


9:12 Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.


9:13 Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.


La pregunta sobre el ayuno

(Mc 2.18-22; Lc 5.33-39)



9:14 Entonces vinieron a él los discípulos de Juan, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan?


9:15Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.


9:16 Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura.


9:17 Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente.


La hija de Jairo, y la mujer con flujo de sangre

(Mc 5.21-43; Lc 8.40-56)



9:18 Mientras él les decía estas cosas, vino un hombre principal y se postró ante él, diciendo: Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.


9:19 Y se levantó Jesús, y le siguió con sus discípulos.


9:20 Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto;


9:21 porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva.


9:22 Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora.


9:23 Al entrar Jesús en la casa del principal, viendo a los que tocaban flautas, y la gente que hacía alboroto,


9:24 les dijo: Apartaos, porque la niña no está muerta, sino duerme. Y se burlaban de él.


9:25 Pero cuando la gente había sido echada fuera, entró, y tomó de la mano a la niña, y ella se levantó.


9:26 Y se difundió la fama de esto por toda aquella tierra.


Dos ciegos reciben la vista



9:27 Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!


9:28 Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor.


9:29 Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho.


9:30 Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa.


9:31 Pero salidos ellos, divulgaron la fama de él por toda aquella tierra.


Un mudo habla



9:32 Mientras salían ellos, he aquí, le trajeron un mudo, endemoniado.


9:33 Y echado fuera el demonio, el mudo habló; y la gente se maravillaba, y decía: Nunca se ha visto cosa semejante en Israel.


9:34 Pero los fariseos decían: Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.


La mies es mucha



9:35 Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.


9:36 Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.


9:37 Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos.


9:38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.



Notas al pie:


Mateo 9:1 Su ciudad: Capernaúm (Mc 2.1), en la orilla noroeste del lago. Jesús parece haber establecido allí su domicilio durante un tiempo prolongado (cf. Mt 4.13).

Mateo 9:2 Tus pecados te son perdonados: Lc 7.48; véase Mc 2.5.

Mateo 9:3 «Este blasfema»: Según Mc 2.7, opinaban así porque Jesús declaraba perdonados los pecados, acto que solo le corresponde a Dios.

Mateo 9:8 Como se creía que la enfermedad era causada por el pecado, la gente vio en la curación una prueba de que Jesús tenía autoridad divina, incluso para perdonar pecados.

Mateo 9:9 Mateo: Véase Mc 2.14.

Mateo 9:10 En la casa: Puede entenderse como la de Mateo, o la de Jesús mismo (véase 9.1.).

Mateo 9:10 Publicanos: Véanse Mt 5.46 n. y la Concordancia temática.

Mateo 9:10 Pecadores: Los fariseos llamaban pecadores (v. 11) a los que no interpretaban la Ley como ellos o ejercían profesiones poco honrosas. Para los fariseos, comer con los pecadores constituía un gesto de amistad y de aceptación. Cf. Lc 15.1-2; Jn 7.49.

Mateo 9:13 Os 6.6, citado también en Mt 12.7. Oseas había insistido en que los actos de compasión y bondad son más importantes que ofrecer sacrificios en el templo; cf. también Mt 5.23-24.

Mateo 9:13 A llamar a justos: Véase Lc 15.7.

Mateo 9:13 En diversos ms. no aparece: al arrepentimiento.

Mateo 9:14 Los discípulos de Juan: Los discípulos de Juan el Bautista formaban un movimiento religioso que se mantuvo activo aun mucho después del tiempo de Jesús (cf. Hch 19.1-6).

Mateo 9:14 Respecto al ayuno, véase Mt 6.16.

Mateo 9:15 Los que están de bodas: lit. los hijos del salón de bodas, expresión semítica.

Mateo 9:15 El esposo les será quitado: Jesús alude figuradamente a su propia muerte.

Mateo 9:17 Odres: o cueros, generalmente de piel de cabra. Eran recipientes para vino y otros líquidos.

Mateo 9:17 Con las imágenes usadas en estos v., se indica que lo nuevo, o sea el evangelio, requiere una actitud nueva de parte de la persona.

Mateo 9:18 Un alto dignatario: identificado en Mc 5.22 y Lc 8.41 como Jairo, jefe de la sinagoga local.

Mateo 9:18 Pon tu mano sobre ella: Véase Mc 5.23.

Mateo 9:20 Flujo de sangre: hemorragias causadas por una irregularidad menstrual, que además del sufrimiento hacía a la mujer ritualmente impura (cf. Lv 15.25-30).

Mateo 9:23 Cuando alguien moría, era costumbre contratar flautistas y plañideras profesionales (mujeres a quienes se pagaba para llorar). Así se acentuaba el ambiente de duelo.

Mateo 9:24 Dormir se usa a veces en la Biblia para referirse a la apariencia física de la muerte. Cf. también Jn 11.11-13.

Mateo 9:27 Hijo de David: título aplicado por los judíos al Mesías, quien había de ser descendiente del rey David (véase Mt 1.1 n.). Cf. el relato similar en Mt 20.29-34.

Mateo 9:30 Que nadie lo sepa: Véase Mc 1.34.

Mateo 9:33 Mt 12.22; Lc 11.14.

Mateo 9:34 Mt 10.25; 12.24; Mc 3.22; Lc 11.15. Príncipe de los demonios: Véase Mt 12.24.

Mateo 9:35 Del reino: es decir, del reino de Dios.

Mateo 9:35 Mt 4.23; Mc 1.39; Lc 4.44.

Mateo 9:36 Cf. Nm 27.16-17; Jer 50.6-7; Ez 34.5; Zac 10.2; Mc 6.34.

Mateo 9:38 Lc 10.2; Jn 4.35.





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