La misericordia de Dios

La maldad habla al malvado en lo íntimo de su corazón.
Jamás tiene él presente que hay que temer a Dios. 
Se cree tan digno de alabanzas, que no encuentra odiosa su maldad.
Es malhablado y mentiroso, perdió el buen juicio,
dejó de hacer el bien. Acostado en su cama, planea hacer lo malo;
tan aferrado está a su mal camino que no quiere renunciar a la maldad.
Pero tu amor, Señor, llega hasta el cielo; tu fidelidad alcanza al cielo azul. Tu justicia es como las grandes montañas; tus decretos son como el mar grande y profundo.
Tú, Señor, cuidas de hombres y animales.
¡Qué maravilloso es tu amor, oh Dios! ¡Bajo tus alas,  los hombres buscan protección! Quedan completamente satisfechos con la abundante comida de tu casa; tú les das a beber de un río delicioso, porque en ti está la fuente de la vida
y en tu luz podemos ver la luz. Escuchar predica    ->>>>>


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