El capítulo once está dividido en dos partes naturales. La primera, es la continuación natural del episodio entre Pedro y Cornelio, la segunda, es el origen y desarrollo de la primera comunidad de seguidores de Jesús que es plenamente gentil, es decir, no de origen judío.
Me llama poderosamente la atención el hecho de que en cuanto llega a Jerusalén Pedro es confrontado por la parte más consoladora de la naciente iglesia cristiana. Estos quieren saber cómo el apóstol ha cometido la osadía de, primero, entrar en la casa de un gentil, segundo, hablarles la buena noticia y, en tercer lugar, bautizarlos. El tono de justificación y de defensa de Pedro es evidente en este pasaje.
El punto que reta mi vida está relacionado con el anterior estudio, la incapacidad de comprender el trabajo de Dios cuando no encaja con mis parámetros religiosos o teológicos lo cual, es comprensible y puede requerir tiempo para cambiar. Lo más preocupante en esta situación es el hecho de que esas mismas personas acusen a Pedro y lo confronten. Es un agravante porque cuando hay gente que tiene una teología, una forma de actuar, una comprensión diferente de Dios y su intervención en el mundo puedo fácilmente juzgarlos e incluso condenarlos. Vemos que esto sucedió en la iglesia primitiva y que los judaizantes, aquellos que querían que los gentiles siguieran cumpliendo la Ley de Moisés fueron un serio quebradero de cabeza, especialmente, para el apóstol Pablo.
Tengo, por tanto, que ser muy cuidadoso con mis juicios y actitudes hacia aquellos que viven y experimentan a Jesús de una manera diferente a la que yo tengo, no sea que, como en el caso de los judaizantes de la comunidad de Jerusalén me encuentre juzgando e incluso estorbando la obra de Dios. Aunque eso, nunca nos pasará a nosotros ¿verdad?
Deja una respuesta