MARCOS ESTUDIO 14/1: HUMANIDAD

Me ha invadido una tristeza de muerte.

Esta es la confesión que Jesús hace a Pedro, Santiago y Juan momentos antes de pasar tiempo a solas con el Padre y las horas previas a ser arrestado por sus enemigos.

A estas palabras seguirán posteriormente las dirigidas al Padre, líbrame de esta copa de amargura. Jesús, consciente de lo que se le venía encima, pide, que si es la voluntad del Padre, no tener que pasar por las amargas circunstancias que tendría que afrontar y de las cuales era totalmente consciente.

Jesús experimentando una tristeza de muerta y pidiéndole al Padre poder evitarse la muerte tan horrenda que le esperaba. No es precisamente la imagen de un superhéroe, más bien es la de un hombre angustiado por la terrible prueba que ha de enfrentar y de la cual, si pudiera, se libraría. Jesús, el ser humano, el que se hizo carne y habitó entre nosotros, como uno de nosotros, mostrado en toda su vulnerabilidad.

Y aquí, en su vulnerabilidad, radica precisamente su poder y el valor que tiene para mí como salvador pues, como dice el libro de Hebreos, yo no tengo en los cielos un sacerdote principal que no pueda compadecerse de mí, antes al contrario, tengo a uno que ha vivido todas las dimensiones de la experiencia humana, incluida la muerte, a excepción del pecado.

Yo no sigo a un Dios que no puede entender mi experiencia como ser humano ¿De qué me serviría un ser supremos que nunca ha estado ni sufrido las situaciones que yo tengo que enfrentar? Yo sigo al Dios hecho ser humano en la persona de Jesús y que puede entenderme porque ha vivido en su propia carne la realidad y la dificultad de ser un ser humano y, por tanto, puede entenderme perfectamente cuando con mi propia vulnerabilidad hablo y comparto con Él. Hablamos de vulnerable a vulnerable.

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