PABLO A LOS ROMANOS ESTUDIO 3: DIOS LOS DEJA

Como no les interesa conocer a Dios, Dios los deja a merced de su mente pervertida, que los empuja a hacer lo que no deben. Rebosan injusticia, perversidad, codicia, maldad; son envidiosos, asesinos, pendencieros, embaucadores, malintencionados, chismosos, calumniadores, impíos, ultrajadores, soberbios, fanfarrones; se pasan el día buscando la manera de hacer daño; no tienen respeto a sus padres, ni conciencia, ni palabra, ni corazón, ni piedad. Conocen de sobra la sentencia de Dios, que declara reos de muerte a quienes hacen tales cosas; y, sin embargo, no sólo las hacen, sino que aplauden el que otros las hagan.

Vayamos por partes. Pablo escribe estas palabras para describir el proceso de degradación moral y ética del ser humano. El apóstol lo explica usando el siguiente esquema: Dios se revela a toda la humanidad por medio de la creación –> esto provee de una mínima información acerca de Él a todo ser humano –> las personas, en vez de reconocer a Dios lo rechazamos y nos centramos en nosotros mismos y ponemos otras cosas en el lugar de Dios –> El Señor nos deja a merced de nuestros propios instintos, a que vivamos como queramos –> el resultado son todas las conductas descritas en el pasaje reproducido allá arriba.

Creo que hasta aquí todo claro y cristalino como el agua. Los seguidores de Jesús leemos el pasaje aplicándoselo -lo cual es correcto- a aquellos que no son cristianos, sin embargo, rara vez leemos el mismo pensando que describe nuestra propia realidad.

¿Qué quiero decir? Que con mayor o menor intensidad ese proceso se da en nuestra propia vida y que cada vez que dejamos a Dios más o menos de lado nuestra mente pervertida toma el control y produce, si no todas, una buena cantidad de las malas características antes descritas.

Porque cada vez que decidimos por acción u omisión dejar al Señor en un segundo plano nos abandonamos, tengamos conciencia o no, a nuestro propio ego, a nuestra propia mente, a nuestro propio corazón y, seamos realista y aprovechemos el consejo de la Escritura, esta rara vez maquina nada bueno.

Lee Romanos 1: 18-32

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