(Jesús dijo:) Mi Padre os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. Yo soy el pan de vida. – Juan 6:32-33, 35.
• El pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. – Juan 6:51.
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Cierto creyente animaba a las personas que viajaban con él en el tren a adquirir y leer el libro que habla de Jesucristo. Entre ellas había un burlón, el cual compró un ejemplar del evangelio de Juan. Lo tomó y lo rompió en pedazos los cuales lanzó por la ventana.
En ese momento un hombre pasaba por el andén. Hacía años que buscaba la verdad y no la había hallado. Al ver esos trozos de papel recogió uno y leyó estas palabras: vida eterna. Tomó otro y leyó: pan de vida. Pero ¿qué libro era ese que hablaba de vida eterna y de pan de vida? Se informó y le dijeron que era un libro cristiano y que era mejor que no lo leyera porque se contaminaría. Pero el hombre no se dejó detener, sino que se fue a comprar un Nuevo Testamento. Lo leyó con avidez y encontró al Salvador. Jesús es efectivamente el pan de vida, Aquel que da la vida eterna.
Al igual que este hombre, son numerosos los que están buscando la verdad. Pero así como sin pan el hombre perece, sin Jesús el hombre no puede encontrar verdaderas respuestas a sus necesidades espirituales.
Jesús, el pan de vida, bajó del cielo para traer la gracia y la verdad. Pero para poder comunicar esta vida a los hombres muertos en sus “delitos y pecados” (Efesios 2:1), tuvo que dar su vida. Alimentarse con este pan de vida es aceptar primeramente para sí mismo el sacrificio de Cristo.
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