Una vida con propósito o ¿al propósito?

Una de las preguntas trascendentales de la vida es: “¿De dónde vengo y a dónde voy?” Conozco a una sola persona que declaró con firmeza saber la respuesta: Jesús (Juan 8:14). El resto de nosotros batalla durante años para aclarar esta duda, ignorando que la solución se encuentra en la Biblia.
Muchos dicen creer en Dios, pero esto no hace ninguna diferencia en sus vidas. Pero si tomamos en cuenta al Creador, las cosas cambian. En primer lugar, nos quita un peso de encima saber de dónde venimos. Alegra reconocer que Dios nos creó y que nos conocía desde el vientre materno. (Salmos 139:13). Desde antes de nuestro nacimiento, Dios planeó nuestras vidas.
Segundo, la Biblia nos enseña cuál es el propósito de la vida. No se trata de ganar dinero, ni de tener éxito en nuestras relaciones sentimentales. Así como un águila es feliz volando —porque para esto fue creada—, el ser humano encuentra su realización cuando se dedica a conocer a Dios (1 Juan 5:20).
Finalmente, conocer a Dios nos dirá a dónde vamos. Entre más leamos la Biblia, oremos y pensemos en Dios, con más claridad entenderemos cómo debemos vivir (Salmo 27:11). Entonces comprenderemos que hay una actividad para el hoy y para la eternidad: adorar a Dios (Isaías 43:7). ¿No es increíble pensar que en nuestro futuro hay un lugar inimaginable con actividades indescriptibles y personas inigualables?
Conocer de dónde venimos y adónde vamos aclara el propósito de nuestras vidas. Como el escritor J.R.R. Tolkien dijo en una de sus cartas: “El principal propósito de la vida es incrementar, de acuerdo con nuestra capacidad, el conocimiento de Dios mediante todos los medios de que disponemos, y ser movidos por él a la alabanza y la acción de gracias”. 


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