La paradoja del cristiano.

Con mucha sutileza y diáfana resolución me propongo plantear este pensamiento que ha estado rebotando en mi mente y corazón, cuando examino la condición humana y la vida de quienes decidimos en algún momento recibir la salvación y señorío de Jesús, volviéndonos de esta manera hijos de Dios.

Como sabrás, no es necesario ser filósofo para filosofar, ni cristiano para creer. Pero he aquí el punto: Si somos cristianos, es bajo el supuesto que hemos creído a Dios, de lo cual se derivan, desde mi perspectiva, dos vertientes para accionar en la vida:

1- Crees, por tanto confías en las promesas para ti, generados por la base de tu creencia, que para nuestro caso es Dios. En esta línea de pensamiento surge la siguiente interrogante: si el cristiano cree en Dios, ¿por qué no confía contundentemente en Dios?

2- Crees, por tanto temes a las verdades propuestas por Dios en cuanto al pecado, en quien has depositado tu fe. Entonces, la siguiente pregunta es: si el cristiano le cree a Dios, ¿por qué entonces no vive una vida de temor y reverencia a él?

Probablemente estás pensando: uhhm, yo si estoy tratando de sobrellevar los dos planteamientos; y te creo. Pero la palabra paradoja, según wikipedia, plantea demostrar las limitaciones de las herramientas de la mente humana. Aparte de ser una idea extraña opuesta a lo que se considera verdadero o a la opinión general. En otras palabras, es una proposición en apariencia verdadera que conlleva a una contradicción lógica o a una situación que infringe el sentido común.

Pienso que la base de mucho desliz y afán desesperante en el cristiano, radica en confiar y no desligar nuestra mente carnal como herramienta en nuestras luchas (ya que es limitada) y no asimilar en su lugar la mente de Cristo. La biblia, que es la autoridad en la vida de todo cristiano dice:

“Porque ¿QUIEN HA CONOCIDO LA MENTE DEL SEÑOR, PARA QUE LE INSTRUYA? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo”. 1 Cor. 2:16

“hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Efe. 4:13

Si estás sufriendo por la adversidad en tu vida (enfermedades, infidelidades, deudas, etc.) te invito a que confíes plenamente en las promesas de quien “todo” lo puede. Y si tu problema es un desliz por falta de temor a Dios, que recuerdes que abogado tenemos en Jesús, pídele perdón, Él es nuestro salvador.

Resolver en nuestras vidas la congruencia de la realidad espiritual a la cual hemos sido llamados, deberá ser una de nuestras principales metas en la vida, para nuestro disfrute y como testimonio a otros. Todo esto nos llevará a la madurez.

Bendiciones,


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