ÉXODO PARTE III/ LOS ACONTECIMIENTOS DEL SINAÍ/ CAPÍTULO 21

Entonces se exigirá vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.

Comenzando con el capítulo 21 el libro de Éxodo describe la legislación que creemos que el Señor dio al pueblo de Israel. El pasaje aquí descrito es lo que conocemos de forma habitual como la ley de talión. 

Contra todo lo que pueda parecer y su aparente brutalidad, lo cierto es que esta ley supone un gran avance en dos aspectos. El primero, es el carácter retributivo de la ley. Se basa en el principio de que quién ha hecho algo incorrecto es responsable de su conducta y, consecuentemente, debe pagar por ello y no quedar inmune debido a circunstancias políticas, económicas o sociales que lo favorezcan. La ley ha sido quebrantada, un daño ha sido causado y la persona debe pagar por ello y no puede ni debe quedar inmune.

El segundo avance, en mi opinión, que representa esta ley es que limita las consecuencias que debe asumir el ofensor haciéndolas proporcionales al daño causado, restringe, por tanto, la venganza indiscriminada y la retribución desproporcionada guiada por la ira, la cólera o la rabia. Resumido, quien ha hecho algo malo debe pagar por ello, si, pero de forma proporcional al daño causado.

Ahora bien, Jesús, el Dios hecho ser humano nos hará entrar en una dimensión superior, la del perdón, la de la no violencia, la de la otra mejilla, la de la milla extra, la de no pagar mal por mal, la de bendecir al que nos persigue, la de buscar el bien de aquel que nos hace mal. La ley de talión supuso un avance con respecto a la impunidad y la venganza, la gracia supone otro avance más que Jesús modeló para nosotros y nos invita a seguir.

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