Mi mentora, Betty Elliot, sigue haciendo de las suyas:
«Hemos olvidado el misterio. Vemos el fregadero como un obstáculo, en vez de mirarlo como un altar… Hemos olvidado el misterio, la dimensión de la gloria… Las rutinas del quehacer y la maternidad parecieran ser una especie de muerte, y qué bueno que lo sean, pues nos dan la oportunidad, día tras día, de poner la vida por los demás. Así ya no son rutinas. Al realizarlas con alabanza y amor se ofrecen a Dios… El trabajo de una madre por hacer la vida placentera y cómoda para sus hijos no es una trivialidad. Llama al sacrificio y la humildad, pero es la ruta, como sucedió con Jesús, a la gloria».
¿Qué dice Betty a las madre modernas?
Lo mismo que dice la Biblia: «Si estamos dispuestas a perder nuestra vida, la hallaremos».
Necesitaba leer eso. Ahora, me voy a mi altar para terminar de lavar los platos.
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