NO TENEMOS MAS REY QUE…

                                                                                                                ¡ADVERTENCIA! Que no lo lean los niños.
¡Qué dolorosas palabras las que expresaron estos ingratos sacerdotes…! Nunca se imaginaron la catástrofe que estaban iniciando en esos momentos tan imprudentes… Juan nos cuenta la historia en su capítulo 19. Se trata del momento en que Pilato está interrogando a Jesús para ver si encuentra algún motivo para crucificarlo. Está tratando de no hacerlo por ética. Está tratando de ser justo con esa víctima inocente del odio racial, del odio religioso, del odio ministerial… Pero los sacerdotes insisten en querer hacer su voluntad. No les gusta Jesús. Hay que acabarlo a como dé lugar. No les gustan sus Palabras. Ni su Carácter. Ni su Persona. Nada de lo que se refiera a Jesús les agrada. Ellos quieren continuar con su influencia maléfica sobre el pueblo… así que piden que lo crucifiquen. Ellos no pueden hacerlo. Hipócritamente se escudan en su religión para no cometer esa vileza pero sí le piden al romano Pilato para que él lo haga por ellos. Y es cuando les pregunta: ¿A su Rey quieren que crucifique? Lea su triste respuesta: «No tenemos más rey que César»… Vergonzoso, ¿cierto? Menospreciaron al Rey del universo. Al Rey de reyes. Al Rey de la vida y la muerte… todo porque quisieron continuar sirviendo a su verdadero rey… el César… Bueno, hasta aquí la historia… ahora veamos la realidad presente: ¿Cuantos de nosotros no queremos servir al Rey Jesús? ¿Cuántos de nosotros crucificamos al Verdadero Rey en aras de mantener nuestro servilismo a otros reyes? Porque nos guste o no, en algún momento servimos a otros reyes… como el dinero. El odio. El egoísmo. La envidia. La intriga. El chisme. La murmuración. La lujuria por las cosas materiales. La ambición desmedida. El adulterio. El engaño. La mentira. El rey del trueque. El rey del licor y el sexo. El rey de la falsedad. El rey de la egolatría. El rey del yo… Exponiéndome a ser mal juzgado… pregunto a mis lectores: ¿A qué rey estamos sirviendo? ¿Al Rey Jesús, o a nuestros propios reyes? ¿Estamos seguros que Jesús, el verdadero Rey de nuestras vidas es nuestro Rey? O, ¿no estaremos como los antiguos sacerdotes judíos que ni siquiera el Dios hebreo era su rey? ¿No estaremos rechazando la Palabra del Rey por mantener la de nuestros reyes? Creo que es un buen día para internalizar esta pregunta y respondérnosla en la intimidad de nuestro propio corazón… 

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