lecturas 20 de abril de 2010

martes 20 Abril 2010
Martes de la III Semana de Pascua

Santa Inés de Montepulciano

Leer el comentario del Evangelio por
San Justino : « El verdadero pan del cielo »: en el siglo II, una de las primeras descripciones de la Eucaristía fuera del Nuevo Testamento

Lecturas

Hechos 7,51-60.8,1.
¡Hombres rebeldes, paganos de corazón y cerrados a la verdad! Ustedes
siempre resisten al Espíritu Santo y son iguales a sus padres.
¿Hubo algún profeta a quien ellos no persiguieran? Mataron a los que
anunciaban la venida del Justo, el mismo que acaba de ser traicionado y
asesinado por ustedes,
los que recibieron la Ley por intermedio de los ángeles y no la
cumplieron».
Al oír esto, se enfurecieron y rechinaban los dientes contra él.
Esteban, lleno del Espíritu Santo y con los ojos fijos en el cielo, vio la
gloria de Dios, y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios.
Entonces exclamó: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la
derecha de Dios».
Ellos comenzaron a vociferar y, tapándose los oídos, se precipitaron sobre
él como un solo hombre;
y arrastrándolo fuera de la ciudad, lo apedrearon. Los testigos se quitaron
los mantos, confiándolos a un joven llamado Saulo.
Mientras lo apedreaban, Esteban oraba, diciendo: «Señor Jesús, recibe mi
espíritu».
Después, poniéndose de rodillas, exclamó en alta voz: «Señor, no les tengas
en cuenta este pecado». Y al decir esto, expiró.
Saulo aprobó la muerte de Esteban. Ese mismo día, se desencadenó una
violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, excepto los
Apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaría.

Salmo 31(30),3-4.6.7.8.17.21.
inclina tu oído hacia mí y ven pronto a socorrerme. Sé para mí una roca
protectora, un baluarte donde me encuentre a salvo,
porque tú eres mi Roca y mi baluarte: por tu Nombre, guíame y condúceme.
Yo pongo mi vida en tus manos: tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.
Yo detesto a los que veneran ídolos vanos y confío en el Señor.
¡Tu amor será mi gozo y mi alegría! Cuando tú viste mi aflicción y supiste
que mi vida peligraba,
Que brille tu rostro sobre tu servidor, sálvame por tu misericordia;
Tú los ocultas al amparo de tu rostro de las intrigas de los hombres; y los
escondes en tu Tienda de campaña, lejos de las lenguas pendencieras.

Juan 6,30-35.
Y volvieron a preguntarle: «¿Qué signos haces para que veamos y creamos en
ti? ¿Qué obra realizas?
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura:
Les dio de comer el pan bajado del cielo».
Jesús respondió: «Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del
cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo;
porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo».
Ellos le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan».
Jesús les respondió: «Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá
hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

Leer el comentario del Evangelio por

San Justino (hacia 100-160), filósofo, mártir
Primera Apología 67.66; PG 6, 427-431

« El verdadero pan del cielo »: en el siglo II, una de las primeras descripciones de la Eucaristía fuera del Nuevo Testamento

El día llamado del sol se reúnen todos en un lugar, lo mismo los que
habitan en la ciudad que los que viven en el campo, y, según conviene, se
leen los tratados de los apóstoles o los escritos de los profetas, según el
tiempo lo permita. Luego, cuando el lector termina, el que preside se
encarga de amonestar, con palabras de exhortación, a la imitación de cosas
admirables. Después nos levantamos todos a la vez y recitamos preces; y a
continuación, como ya dijimos, una vez que concluyen las plegarias, se trae
pan, vino y agua: y el que preside pronuncia fervorosamente preces y
acciones de gracias, y el pueblo responde «¡Amén!», una palabra hebrea que
significa: «Así sea». A este alimento le llamamos
eucaristía, y a nadie le es lícito participar de ella si no cree que son
verdad las cosas que enseñamos y no se ha purificado en aquel baño que da
la remisión de los pecados y la regeneración. Porque no tomamos estos
alimentos como si fueran un pan común o una bebida ordinaria, sino que, así
como Cristo, nuestro salvador, se hizo carne por la Palabra de Dios y tomó
carne y sangre para nuestra salvación, de la misma manera hemos aprendido
que el alimento sobre el que fue recitada la acción de gracias que contiene
las mismas palabras de Jesús, y destinado a ser alimento de nuestra carne y
nuestra sangre para transformarnos, este alimento es la carne y la sangre
de Jesús encarnado: esta es nuestra doctrina. Los apóstoles, en efecto, en
sus tratados llamados Evangelios, nos cuentan que así les fue mandado,
cuando Jesús, tomando pan y dando gracias, dijo: «Haced esto en memoria
mía. Esto es mi cuerpo»; y luego, tomando del mismo modo en sus manos el
cáliz, dio gracias y dijo: «Esto es mi sangre», dándoselo a ellos solos.
(Mt 26,26s;1Co 11,23s)… Y nos reunimos todos el día del sol, primero
porque este día es el primero de la creación, cuando Dios empezó a obrar
sobre las tinieblas y sobre la materia; y también porque es el día en que
Jesucristo, nuestro Salvador, resucitó de entre los muertos.


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