lecturas 16 de abril de 2010

viernes 16 Abril 2010
Viernes de la II Semana de Pascua

Santa Bernardita Soubirous de Lourdes, Santa Engracia, San Benito José Labre, Santa Engracia de Zaragoza

Leer el comentario del Evangelio por
Juan Pablo II : «Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió»

Lecturas

Hechos 5,34-42.
Pero un fariseo, llamado Gamaliel, que era doctor de la Ley, respetado por
todo el pueblo, se levantó en medio del Sanedrín. Después de hacer salir
por un momento a los Apóstoles,
dijo a los del Sanedrín: «Israelitas, cuídense bien de lo que van a hacer
con esos hombres.
Hace poco apareció Teudas, que pretendía ser un personaje, y lo siguieron
unos cuatrocientos hombres; sin embargo, lo mataron, sus partidarios se
dispersaron, y ya no queda nada.
Después de él, en la época del censo, apareció Judas de Galilea, que
también arrastró mucha gente: igualmente murió, y todos sus partidarios se
dispersaron.
Por eso, ahora les digo: No se metan con esos hombres y déjenlos en paz,
porque si lo que ellos intentan hacer viene de los hombres, se destruirá
por sí mismo,
pero si verdaderamente viene de Dios, ustedes no podrán destruirlos y
correrán el riesgo de embarcarse en una lucha contra Dios». Los del
Sanedrín siguieron su consejo:
llamaron a los Apóstoles, y después de hacerlos azotar, les prohibieron
hablar en el nombre de Jesús y los soltaron.
Los Apóstoles, por su parte, salieron del Sanedrín, dichosos de haber sido
considerados dignos de padecer por el nombre de Jesús.
Y todos los días, tanto en el Templo como en las casas, no cesaban de
enseñar y de anunciar la Buena Noticia de Cristo Jesús.

Salmo 27,1.4.13-14.
De David. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es
el baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré?
Una sola cosa he pedido al Señor, y esto es lo que quiero: vivir en la Casa
del Señor todos los días de mi vida, para gozar de la dulzura del Señor y
contemplar su Templo.
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor.

Juan 6,1-15.
Después de esto, Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades.
Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los
enfermos.
Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.
Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a
Felipe: «¿Dónde compraremos pan para darles de comer?».
El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.
Felipe le respondió: «Doscientos denarios no bastarían para que cada uno
pudiera comer un pedazo de pan».
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:
«Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué
es esto para tanta gente?».
Jesús le respondió: «Háganlos sentar». Había mucho pasto en ese lugar.
Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres.
Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban
sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.
Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: «Recojan
los pedazos que sobran, para que no se pierda nada».
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los
cinco panes de cebada.
Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: «Este es,
verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo».
Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró
otra vez solo a la montaña.

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

Leer el comentario del Evangelio por

Juan Pablo II
Carta apostólica «Mane nobiscum Domine», § 15-16

«Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió»

Sin duda que la dimensión más evidente de la Eucaristía es la de una
comida. La Eucaristía nació al atardecer del Jueves santo, en el contexto
de la cena pascual. En su misma estructura lleva, pues, inscrito el sentido
de la convivialidad: «Tomad, comed… Después, cogiendo la copa…, y se la
pasó diciendo: bebed todos de ella» (Mt 26, 26.27). Este aspecto expresa
bien la relación de comunión que Dios quiere establecer con nosotros y que
nosotros mismos debemos también hacer crecer unos con otros.


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