RECONÓCELO



Dad a Jehová la
gloría debida a su nombre; adorad a Jehová en la hermosura de la
santidad. Sal. 29:2.

La alabanza es el instrumento divino
para ayudarnos a enfrentar las tormentas de la vida. Los salmos nos
muestran eso. La vida de David era una vida de persecución y lucha.
Siempre, cuando se sentía abandonado, se preguntaba: «¿Por qué sucede
esto conmigo?» Si el poeta Víctor Hugo viviese en los días de David, tal
vez respondería: «los ojos no pueden ver bien a Dios, sino a través de
lágrimas». Cuando todo anda bien damos por «entendido» que Dios está
presente. Es necesario pasar por dificultades para ver al Señor como una
realidad.

En el salmo de hoy, David alaba a Dios por la
tormenta. La tempestad, el cielo oscuro, los relámpagos y los truenos,
en vez de asustarlo, llevaron su espíritu a adorar. Es más, el salmista
encontraba motivo para adorar a Dios en todo. En el Salmo 8, alaba por
causa de la luna y las estrellas. En el Salmo 19, adora por causa del
firmamento y, aquí en el Salmo 29, porque oye el ruido ensordecedor del
trueno.

Una vida victoriosa necesita ser una vida de alabanza. La
alabanza es la gratitud por la certeza de la existencia del sol, aunque
sea de noche, o aunque la tormenta parezca dominar las circunstancias.

En
el versículo de hoy encontramos dos imperativos: Dar y adorar. Aunque
parecidas, ambas palabras son similares, o tal vez diferentes, o
complementarias. Una lleva a la otra.

Dar gloria es reconocer a
Dios como Dios, y adorar es someterse a su voluntad. El es Dios y
nosotros somos criaturas. El salmista, en un corto salmo, de apenas 11
versículos, reconoce a Dios como Señor 18 veces, y en 7 ocasiones
menciona la «voz de Jehová». Su adoración no es solo palabras cargadas
de emoción. Es la disposición de obedecer la «voz del Señor». Y cuando
tú estás dispuesto a obedecer a Dios no tienes porqué temer delante de
las tormentas de la vida. Jesús es tu piloto y llevará tu barco al
puerto seguro.

¿Cuáles son los desafíos que tienes por delante
hoy? ¿Te sientes pequeño ante las circunstancias? Reconoce a Dios como
tu Dios. Acepta ser guiado por él y verás, más pronto de lo que piensas,
el sol brillando Otra vez. Y no olvides: «Dad a Jehová la gloria debida
a su nombre; adorad a Jehová en la hermosura de la santidad».


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