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De acuerdo a la crítica generalizada, la política actual pone en peligro el balance que Turquía había logrado entre Oriente y Occidente. La agenda publica, dicen, esta hoy regida por la organización IHH, fundación islamista radical que tiene comprobados lazos con organizaciones terroristas globales.
Kemal Kilicdaroglu, presidente del Partido Republicano del Pueblo y uno de los líderes de la oposición, dijo en la televisión turca que «la Unión Europea y los Estados Unidos, consideran a Hamás una organización terrorista, debemos ser cuidadosos». Esto, en referencia a las recientes declaraciones de Erdogan, afirmando que «Hamás no es una organización terrorista». Además, dijo que el gobierno turco cortó comunicaciones con Israel previo al incidente y dejaron que la flotilla continuara su camino, insinuando que sabían de la naturaleza violenta de la movida.
El periódico estadounidense «Wall Street Journal» ha publicado un reporte asegurando que Fethullah Gülen, un líder espiritual con alta influencia en el gobierno, ha puesto en duda la versión de los hechos de la flotilla de la IHH. Asimismo, el informe sostiene que se trata de una advertencia al gobierno turco y su tormenta de anti-israelismo.
Cuneyt Ulsever, columnista de «Hurriyet», escribió el domingo que «el pueblo entenderá muy pronto que la IHH está dañando a Turquía», diciendo que el resultado de las acciones recientes es que Occidente ve como Turquía va aliándose con Irán, Siria, Hamás y Hizboláh.
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